Bárbara Rey sin miedo al emérito: “me trató como una put…”
La entrevista de Bárbara Rey, ha dejado titulares que darán mucho que hablar.
Las relaciones de Bárbara Rey con Juan Carlos I, no era ningún secreto. Sin embargo, con las declaraciones del hijo de Bárbara, Ángel Cristo Jr., se abrió la caja de los truenos.
La venta a una revista holandesa de fotografías íntimas de Bárbara y el Rey y la publicación de unos audios comprometedores, fue definitiva. Saltó el escándalo.
Ángel Cristo Jr. con estas declaraciones y con la exhibición de las fotografías, encontró la fórmula para tener pasta, sin trabajar.
“Hola, soy el Rey”. Estas cuatro palabras marcaron el inicio de una historia que, 50 años más tarde, sigue dando mucho que hablar.
Bárbara contó que en 1977 su vida cambió. “Me llamó él mismo. No daba crédito. Me dio un número para que llamara a Zarzuela y era verdad”.
Después de un mes de conversaciones telefónicas, la invitó para verse personalmente. “Me llevó a Zarzuela. Estaba muy guapo. A él le va a gustar escuchar eso”.
“La primera vez que nos vimos en persona me dio un medallón con todos los signos del Zodiaco. Me pidió que no me lo pusiera porque la reina Sofía lo conocía. Al despedirnos me dio un beso en la boca”, declaró.
Bárbara reconoce que: “Yo no iba enamorada a ese primer encuentro porque las conversaciones eran normales. Fue en una cama fea. No suena romántico. Esperaba que fuera más cariñoso, pero él no es generoso. Satisfacía sus necesidades sexuales conmigo”, aclara.
Volvería a hacer todo lo que hizo sin arrepentimiento alguno
No fue hasta comienzos de los 80 cuando Bárbara encontró el "amor verdadero" junto al padre de sus dos hijos, Ángel Cristo, con quien estuvo casada durante ocho largos años.
Bárbara explica que antes de casarse, volvió a verse con el Rey. Afirma que respeta su decisión de no volver a verse y le regala un reloj de barco para su marido.
Bárbara confiesa que no le cuenta nada a su marido de la relación que había tenido con el rey. Le contó dos cosas y el domador le dio dos palizas. Estaba claro que no podía contarle nada.
“Uno de los días que viene a mi casa, tras hacer el amor (por llamarlo de alguna manera), añade. Me dejó 500.000 pesetas (3.000 euros) en la mesilla. Me trata como a una puta”, agregó entre lágrimas.
Más noticias: