
No era la primera vez: uno de los menores fue condenado por amenazas a Maria Belén
María Belén Cortés llevaba mucho tiempo trabajando en un ambiente hostil
El pasado domingo, la comunidad de Badajoz fue sacudida por una tragedia. María Belén Cortés Flor, de 35 años, fue asesinada en la Urbanización Guadiana número 3. Era trabajadora en una casa de menores tutelados. Su vida fue arrebatada por tres adolescentes. Una chica de 17 años y dos chicos de 15 y 14 años acabaron con su existencia. El dolor y la conmoción se sienten profundamente en su localidad natal, Castuera.
María Belén no era una desconocida. Era una mujer trabajadora, alegre y entusiasta. Había decidido mudarse a Badajoz por motivos laborales. Allí, había encontrado un empleo, aunque solo temporal. Sin embargo, su historia no es solo una de dedicación y esfuerzo. Es también una de inseguridad y amenazas. El bufete de Montaño Abogados, que la representaba, reveló que no era la primera vez que María Belén enfrentaba situaciones de peligro. Había presentado una denuncia anterior por amenazas. Esta denuncia resultó en la condena de otro menor.

Los testimonios de sus compañeros de trabajo son reveladores. Muchos han expresado su preocupación por la seguridad en el entorno laboral. Las condiciones de trabajo en instituciones que manejan menores tutelados son complejas. Los riesgos son evidentes. Es fundamental que se implementen medidas de protección para quienes desempeñan estas funciones. La comunidad exige que se garantice la seguridad de los trabajadores en el sector.
Previamente había sufrido amenazas
Los tres adolescentes implicados en el asesinato huyeron inicialmente. Se llevaron el coche de María Belén. La fuga terminó en Mérida, donde sufrieron un accidente. Intentaron escapar, pero fueron detenidos. La justicia ya ha tomado cartas en el asunto. Estos menores fueron puestos a disposición judicial y se decretó su internamiento en régimen cerrado. Las investigaciones continúan. Se busca esclarecer todos los detalles de este crimen atroz.
María Belén era hija de Francisco Cortés e Isabel Flor. Su familia está devastada. La pérdida de una hija, hermana y amiga es un dolor inmenso. Ella dejó una huella en todos los que la conocieron. A pesar de vivir en Badajoz, nunca dejó de ser una vecina querida en Castuera. Su ausencia se siente en cada rincón de su localidad natal.

Además de su familia, su muerte ha generado una ola de indignación. La comunidad exige justicia. Esta tragedia pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar la seguridad en el trabajo. Especialmente en entornos donde se manejan jóvenes en riesgo. Es un llamado a la acción. Todos merecemos un entorno laboral seguro. Nadie debería vivir en el miedo.
La historia de María Belén Cortés Flor no puede ser olvidada. Su vida, aunque truncada, debe servir como un recordatorio. Un recordatorio de la importancia de la protección y el respeto. La comunidad de Castuera y Badajoz claman por cambios. Cambios que aseguren que ninguna otra vida sea perdida de esta manera. La memoria de María Belén vive en cada demanda de justicia y en cada esfuerzo por un futuro más seguro.
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