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Un grupo de personas sonríe mientras posan para una foto en un ambiente interior.
CRÓNICA ROSA

La enfermedad que Mario Vargas Llosa tenía desde hace 5 años: sabía que moriría

Mario Vargas Llosa fue diagnosticado con una enfermedad en el año 2020

Mario Vargas Llosa nunca deseó ser recordado por su muerte. Quería que su legado se centrara en su vida y su obra. Y así será. A sus 88 años, el célebre novelista partió de este mundo con la misma dignidad y estilo que lo caracterizaron. Su adiós fue un acto de libertad, un último capítulo escrito con la elegancia de quien ya había contado todo lo que había querido.

En el verano de 2020, mientras el mundo enfrentaba la pandemia, Vargas Llosa recibió una noticia devastadora: estaba enfermo. Un diagnóstico irreversible que amenazaba con truncar su vida. Sin embargo, este pronóstico trajo consigo una tregua. Aunque no habría cura, sí habría tiempo. Tiempo para seguir creando, para afinar una última página y para reunir a sus hijos: Álvaro, Morgana y Gonzalo. En medio del miedo, eligió la comunión familiar.

Un hombre mayor con traje oscuro y camisa blanca está de pie frente a un fondo con logotipos de la Cátedra Vargas Llosa y la Fundación Internacional para la Libertad.
Mario Vargas Llosa | Vanitatis

Ese verano, escribió una carta a sus hijos. No era una misiva ceremonial, sino un mensaje cálido y sincero. Les explicó su situación con la franqueza de un padre que busca consuelo. El contenido de esa carta, según reveló El País, no solo fue una confesión. Se convirtió en un pacto silencioso. La familia, a la que él llamaba "la tribu", se volvió a unir. Este gesto sanó viejas heridas, especialmente la que había dejado su separación de Patricia Llosa en 2015.

Mario decidió mantener su enfermedad en privado

Era un asunto personal, como lo había sido siempre su escritura. En una entrevista de 2019, con una calma sorprendente, afirmó: "La muerte no me angustia. La vida es maravillosa porque tiene un fin". Quería que la muerte lo encontrara escribiendo. Y vivió los últimos años con esa filosofía.

Publicó "Tiempos recios", una novela sobre dictaduras y traiciones en América Latina. Viajó, amó y mantuvo su rutina de ejercicio. No canceló compromisos. Asistió a ferias del libro y recorrió lugares que evocaban sus recuerdos. Se preparó para su despedida sin solemnidad, sino con un estilo personal. En octubre de 2023, anunció que  "Le dedico mi silencio" sería su última obra.

En su vida personal, ya había roto con Isabel Preysler. Aceptó que el amor, como la gloria, también tiene un epílogo. En una de sus últimas entrevistas, expresó: "No me arrepiento de nada". Sus temores no estaban en la muerte, sino en el desgaste. Sin embargo, se resistió a eso. Regresó a Lima, su ciudad natal. Allí, visitó lugares que permanecían en su memoria literaria.

Un hombre mayor con cabello canoso y expresión seria viste traje y corbata en un fondo oscuro.
Mario Vargas Llosa | DonDiario

El 2024 marcó su 88 cumpleaños, rodeado de sus seres queridos. Ya no escribía, pero disfrutaba de conversaciones. Patricia, su exesposa, estuvo junto a él. No solo era su expareja, sino la única lectora que había seguido sus pasos desde el inicio de su carrera. En sus últimos días, Vargas Llosa se convirtió en un hombre más sencillo, el padre y abuelo que había aprendido a escuchar.

Su vida fue plena. Su muerte, un momento casi accidental. Mario Vargas Llosa no dejó un testamento literario, sino un legado que habla por sí mismo. La literatura fue su hogar, su pasión y su causa. La política, su campo de batalla. La libertad, su eterna lucha. Y la escritura, su forma de estar en el mundo.

Así, Mario Vargas Llosa se despide, no con un lamento, sino con la certeza de haber vivido intensamente. Su obra perdurará, y su historia se narrará una y otra vez.

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