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Un hombre mayor con gafas de sol y traje oscuro, junto a una imagen circular de una mujer joven con pañuelo blanco en la cabeza.
CRÓNICA ROSA

Así fue el noviazgo de Sofía y Juan Carlos I: cuernos en la pedida de mano

Amo a la princesa Sofía desde el primer momento en que la vi.

El Rey emérito, está escribiendo sus memorias. “Mi padre[Juan de Borbón, conde de Barcelona]siempre  me aconsejó no escribir memorias. Los reyes no se confiesan. Y menos aún en público”

“Sus secretos quedan enterrados en las sombras de los palacios.  ¿Por qué desobedecerle hoy?. ¿Por qué he cambiado de opinión finalmente? Tengo la sensación de que me están robando mi historia”, comenta en un libro de más de 500 páginas.

Ha escrito el libro en Abu Dabi, donde se autoexilió desde 2020. En principio se publicará en francés y se calcula que será a primeros de año.

El 14 de mayo de hace 62 años, se celebró  en Atenas una boda real. España vivía el apogeo de la dictadura del General Francisco Franco.

Las monarquías europeas, organizaban cruceros  para confraternizar, divertirse y para unir lazos, o sea buscar parejas. Entonces Sofía tenía 15 años y Juan Carlos tenía uno más.

En la revista ‘Época’, publicaron un artículo sobre la boda de una hija de los duques de Wurtemberg. "Con uniforme de gala de la Marina de Guerra Española. Bailó con doña Sofía”

“Cuando alguien comentó que hacían buena pareja, él manifestó: 'Ah, ¿sí? ¿La princesa Sofía de Grecia? ¡Me ha encantado!'. Pero tampoco hubo nada".

Se volvieron a ver en otros eventos y en 1961, en la boda de los duques de Kent, se volvieron a encontrar.  El 12 de septiembre de 1961, se celebró la petición de mano.  El príncipe le tiró el anillo a su prometida, mientras le decía:  “Sofí, cógelo”

“Me tiró por el aire una cajita con el anillo dentro”, ha contado en alguna ocasión la reina Sofía.

“Amo a la princesa Sofía desde el primer momento en que la vi. Es una de las pocas mujeres que conozco capaz de llevar con toda dignidad una corona real” aseguraba Juan Carlos.

Federica de Grecia, Juan Carlos le pareció un buen partido. Le invitó a pasar unos días en la isla de Corfú, para hablar de los detalles de la boda.

"Lo mejor de la Princesa es el gran sentido del deber que tiene muy inculcado",  declaró Juan Carlos a los periodistas, poco antes del enlace.

La boda debía ser aprobada por los padres de los novios, el dictador Francisco Franco y el Vaticano, ocupado entonces por el afable papa Juan XXIII.

Tras obtener el beneplácito de los dos primeros, quedaba el más difícil. Juan XXIII solo daría su visto bueno  si se celebraban  dos ceremonias por dos ritos religiosos diferentes, católico y ortodoxo.

Así fue como Juan Carlos y Sofía se dijeron el famoso 'sí, quiero' hasta tres veces. A las 10 de la mañana se dieron el primer 'sí, quiero' en la Catedral Católica de San Dionisio, adornada con miles de claveles rojos y amarillos.

Después ocurrió  el segundo en una ceremonia en la Catedral Metropolitana de Atenas por el rito ortodoxo. Y más tarde llegaría el tercero en la ceremonia civil.

El general le hizo un fantástico regalo a la novia, la tiara floral, una de las favoritas de la Reina Letizia, y que estrenó Sofía como collar en uno de los festejos de gala previos a la ceremonia nupcial.

Según cuenta Jaime Peñafiel en su libro de memorias 'Alto y claro': "Se produjo un hecho elocuente  que demuestra que el príncipe no estaba ni mucho, ni poco ni nada enamorado de la princesa griega Sofía”

“Desconozco si el encuentro de don Juan Carlos con su antiguo amor de la época  de cadete, Olghina de Robilant, aquella noche romana fue casual o se habían citado con antelación".

Según Peñafiel, explica que: "arrebatados de pasión, tomaron un taxi para dirigirse a la pensión Pasiello, 'un lugar horrible', había una triste cama de  colcha de cretona”

“Don Juan Carlos le enseñó el anillo de pedida que, al día siguiente, Juanito le arrojaría a Sofía en la cena familiar de pedida, al tiempo que le decía a la mujer que amaba:  '¡Sofía, cógelo”

Pilar Eyre, escribió: "Sofía entendió la lección perfectamente", "se armó de su  sempiterna sonrisa de Gioconda, y fue ella la que le comunicó al rey que, ocurriera lo que ocurriese, no querría divorciarse e iba a ser reina hasta que muriese".

Y hasta hoy, que han celebrado su aniversario de bodas, separados por 5.644 kilómetros de distancia.

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