Alessandro, un niño de 12 años, salió a dar un paseo con su padre por las montañas de Trentino, en el Tirol italiano.
De repente, el chico notó la presencia de un gran oso que se dirigía hacia él.
El niño no perdió los nervios en ningún momento.
Dio media vuelta y empezó a caminar montaña abajo con tranquilidad mientras el oso le perseguía.
Al mismo tiempo, Alessandro seguía las instrucciones de su padre, que decidió grabar la escena.
El oso llegó a ponerse erguido con las patas en alto, amenazante, pero el niño mantuvo la calma, permaneció callado y siguió alejándose lentamente.