No hay nada más satisfactorio que complacer a los peludos de la casa, y esta familia se ha propuesto que su pequeño Husky sea uno de los animales más felices del planeta.
Para ello, los humanos han montado en mitad de casa una gran piscina de bolas con el fin de que el can se divierta sin parar.
Y misión cumplida, ya que la mascota desde la distancia ha reconocido su nuevo juguete y sin pensárselo dos veces se ha tirado de cabeza en el nuevo mar de bolas y colores que han instalado en el salón.