Quien diga que enfadarse no sirve para nada, no conoce aún la historia de Andrés Cantó, un joven de 20 años del municipio de La Romana, en la Comunidad Valenciana, que en 2015 tenía una fuerte discusión con su madre, quien le instó en aquel momento a cambiarse de ropa si quería salir.
En pleno enfado "prepuber", el joven optó por "darle picazos al bancal". Actividad que continuó haciendo día tras día, con un "cincel y un martillo" inspirado por las personas mayores del pueblo, las cuales todas "tienen cuevas" por la zona.
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Unos años más tarde, el joven conoció a su actual amigo, Andreu Palomero, quién no dudó un instante en cederle su "motopico eléctrico" para que avanzase más deprisa en la idea que ya comenzaba a formarse en su cabeza.
Dicho y hecho, seis años más tarde, el joven muestra orgulloso su nueva' casa': una cueva, de unos siete metros cuadrados, que puede albergar a "unas siete personas".
Cantó muestra su 'proeza' en las redes sociales
"Me tienen aquí como el loco que cada vez que se enfada viene y cava una habitación" comentaba el joven a la CNN, reconociendo que el picar le ha servido como terapia.
Una 'terapia' que ha mostrado en sus redes sociales, orgulloso de haber conseguido el 'agujero' de 2015 en toda una habitación a la que no le falta detalle: con equipo de música, WIFI e incluso un horno casero.