La visita al veterinario es un acontecimiento que las mascotas odian a más no poder.
Y es que nada observar dicho lugar los animales recuerdan la última vez que acudieron y que recibieron algún que otro pinchazo y quieren salir huyendo.
En esta ocasión, el perrete se muestra muy tranquilo mientras se encuentra en la cola y comienza a ponerse algo más nervioso cuando ya está en el interior de la sala.
Y a pesar de que aprovecha cuando el veterinario se da la vuelta para intentar escapar, lo cierto es que finalmente se porta muy bien mientras le ponen la vacuna y simplemente lanza un pequeño aullido.