Este no es un vídeo apto para personas inquietas, ya que la calma y el sosiego con el que el protagonista se toma la vida puede incluso alterarles más.
Y es que el animal se muestra de lo más relajado en todo momento y deja que su dueño haga de todo con él sin rechistar ni un segundo.
Además, el gatete hace ver la paz interior que tiene a través de su cara y su actitud de lo más pasiva.
Por lo que ni un baño, una visita al veterinario o un muñeco de lo más molesto pueden interrumpir el estado zen en el que el animal se encuentra.