Cuando la encontró le sorprendió ver que no podia caminar bien, arrastraba las patitas traseras y no tenía fuerza.
Le gustaban los juguetes que le daban y aunque parezca imposible estaba contenta. El veterinario vio que tenía una lesión en la columna y la operaron.
Le hacían rehabilitación y poco a poco fue sanando. Estaba tan agradecida y contenta que estaban todos emocionados.
Tenía unas enormes ganas de vivir y cuando se recuperó, a pesar de que no podia doblar las patas traseras, había aprendido a brincar y corría como los demás perros.
Se convirtió en una perra adulta y muy feliz.