Layane Dias iba a empezar unas prácticas cuando sintió un intenso dolor en la espalda. Se medicó y se puso a trabajar, pero al cabo de un rato aumentó el dolor.
El neurocirujano le dijo que la bacteria Staphylococcus aureus, que transmite enfermedades por la sangre, se había introducido en su cuerpo a través de una infección.
“El médico me preguntó si había tenido alguna herida en la nariz o algo similar porque, tal como me explicó, esa bacteria suele generarse en las fosas nasales. Fue entonces cuando le conté que me había hecho un piercing en la nariz el mes anterior”, explica Layane.
“El piercing fue la puerta de entrada de la bacteria a tu cuerpo”, le dijo el médico.
“Hasta en tres ocasiones me había puesto uno en el lado derecho de la nariz”, cuenta Layane.
Al pensar que podía pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas “quedé destrozada”
El pasado mes de junio, cuando se lo hizo en el lado izquierdo, le sangró durante la perforación por primera vez. Después se le hinchó y se le puso roja la punta de la nariz. No le dio importancia.
“Pensaba que solo se trataba de un grano, pero me dio fiebre. Me lo traté yo misma, me puse unas pomadas y a la semana desapareció”.
Cuando el dolor en la espalda fue a más decidió ir al médico, le hicieron una radiografía en la que no vieron nada. Al día siguiente no sentía las piernas.
Fue en un análisis de sangre donde vieron que tenía una infección, y la enviaron a Brasilia, capital de Brasil.
La morfina que le dieron para soportar el dolor le causó alucinaciones y uno de los médicos suspendió el tratamiento.
Después de hacerle una resonancia magnética vieron que tenía 500 mililitros de pus entre tres vértebras que hacía presión sobre su médula espinal. La operaron de urgencia.
El cirujano doctor Oswaldo Ribeiro Márquez, encargado de la operación, explica que, aunque es raro, existe la posibilidad de que un piercing cause paraplejia.
“Puede darse en casos en los que hay alguna complicación en el proceso”, asegura Ribeiro, aunque confiesa que no había visto ningún caso parecido en sus 15 años de experiencia clínica.
Pasó dos meses ingresada en el hospital hasta que le dieron el alta. Durante su recuperación sabía que no era seguro que volviese a caminar.
“Quedé destrozada”, confiesa Layane cuando pensó que podía pasarse el resto de su vida en una silla de ruedas.
A día de hoy hace sesiones de fisioterapia y con una psicóloga.