La familia Martínez tenía un bonito perro llamado Ziggy.
El perrete padecía problemas respiratorios y tenía dificultades para comer alimentos sólidos.
Por este motivo decidieron llevarlo al veterinario, donde les dijeron que necesitaría cirugía, a lo que accedieron dejando al perro en la clínica.
El veterinario les llamó de madrugada para decirles que Ziggy había fallecido.
"Lo comunicaron de forma muy extraña, muy vaga, como si debiéramos saber que había sucedido", explica uno de los miembros de la familia de Utah (EE.UU.).
La fatídica confusión
En realidad, todo se debió a una fatídica confusión, un error imperdonable.
Durante la operación, la clínica llamó al propietario de Ziggy para decirle que ésta seria más costosa de lo esperado.
El dueño les dijo que dejaran morir a Ziggy, pero en realidad era el dueño de otro perro también llamado Ziggy.
Lógicamente, la familia de Ziggy quedó devastada cuando les comunicaron la muerte del perrete.
Pagando un poco más podrían haberlo salvado sin problema, pero nunca recibieron la llamada del aumento del coste de la operación.
"Era nuestro bebé, el mejor amigo de nuestra hija", confesó la familia de Ziggy.