Aunque ya hemos pasado Nochebuena y Navidad, lo peor está por llegar. Nuestro hígado sabe que se acerca Nochevieja y todavía quedará el roscón de Reyes.
Y este artículo está destinado a echarle un cable y no sólo alcohol a nuestro pobre y maltratado hígado. Seguro que nos lo agradece con menos resaca y sin dolor de barriga.
Todo lo que consumimos pasa por el hígado
Desconocido por muchos, el hígado es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Por él pasa todo lo que consumimos. Sí, absolutamente todo. Se encarga de descomponer y desintoxicar todo aquello que nos comemos y bebemos.
La famosa bilis que en ocasiones se les escapa a los que están rabiando, es creada por el hígado. Se trata de un líquido que almacena y procesa los nutrientes que luego distribuye por el cuerpo.
¿Qué debemos hacer?
Hay un ranking de alimentos que machacan a nuestro hígado en el primer asalto. Son el alcohol, las grasas y las bebidas azucaradas.
Pero sabemos que has entrado en esta noticia porque vas a beber como si no hubiera un mañana, así que no te vamos a recomendar que no bebas alcohol. Presta atención si no quieres dormir la mona antes de las uvas.
Paso 1: no bebas alcohol la semana previa (ya te habías asustado, eh) al fiestón que te vas a pegar por fin de año. Tendrás el hígado descansado y preparado para el asedio del día 31. Come alimentos cocinados al vapor. Poca broma: si comes legumbres, fruta y te pones ciego a puerro y apio los días previos, tendrás el hígado más equilibrado de toda la fiesta.
Paso 2: tómate una infusión de Desmodium antes de que empiece la batalla. Son los anhelados refuerzos que tu hígado lleva años esperando. Más vale tarde que nunca.
Paso 3: el más importante de todos, así que presta atención: el alcohol deshidrata, y mucho. Es fundamental que bebas agua antes, durante y después del combate. Te evitará la resaca.
Y si haces caso omiso, siempre tendrás el ibuprofeno…