El fugado Carles Puigdemont, el condenado Oriol Junqueras y toda la corte de independentistas ansiosos de generosos momios en la disparatada "ínsula barataria" denominada Republica Catalana, restaron trascendencia a las secuelas que iban a generar sus desvaríos secesionistas.
Se inició una caravana de empresas con rumbo ajeno al destino catalán. Y fueron desfilando una tras otra, hasta 5.000. Que se dice fácil. Los responsables directos de este empobrecimiento brutal de Cataluña se negaron a aceptar la realidad. Eran empresas "traidoras" y a Cataluña les iría mejor sin ellas. Una irresponsabilidad total. (El turismo nacional huye despavorido de Cataluña y pasa factura al Procés)
El desprecio alejó a los españoles de esta Cataluña extraña
Pero no acabó ahí la cosa. Las contínuas llamadas a la desconexión de España, su desprecio hacia todo lo español y su ninguneo a todos los símbolos que representan la unidad de España sirvieron para convertir a Cataluña en territorio "antipático" para el resto de españoles, que nunca entendieron la obsesión supremacista de ese sector minoritario de los catalanes por colocarse un escalón por encima de los demás... por la gracia de Dios y su cara bonita.
Y desde Madrid alertaron de que podía producirse una reacción en España que podía ir en perjuicio de los productos catalanes que tan buena acogida han tenido siempre en el mercado español. Era igual. Si los españoles no nos compran el cava, se lo venderemos a los japoneses. El mundo es demasiado grande como para limitarlo a España.
Si no vienen turistas de España nos harán un favor
Y luego llegaron los avisos sobre el turismo, fuente de riqueza principal de Cataluña. Y más de lo mismo. Nos sobran turistas, el problema es que no caben todos. Y si no vienen de Aragón, de Castilla o Andalucía, nos harán un favor. Hay que dejar hueco a franceses, alemanes, ingleses e italianos. Mucha soberbia, sí.
Pero las armas las carga el diablo. También la altanería y chulería de quien se cree por encima del bien y del mal. Este verano no llegarán a Cataluña turistas extranjeros porque en Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña han recomendado a sus ciudadanos que no abandonen su país para irse de vacaciones. (Vuelan 70.000 millones: Este verano no habrá turismo exterior)
Cataluña queda en manos del turismo "nacional"
Y Cataluña quedará a expensas de ese turismo nacional hasta hace poco despreciado. De los aragoneses, castellanos y andaluces dependerá que el verano no sea una ruina en el sector de la hostería catalán. En sus manos está que el desastre que se avecina sea más llevadero.
Curiosa situación. Tanto, que Torra y su Govern ya se han puesto en marcha para hacer una llamada a los españoles con el fin de invitarles a que piensen en Cataluña como destino de veraneo. Y ya está funcionando una campaña para fomentar el "turismo nacional".
Torra se traga el orgullo y acepta "bestias taradas"
Torra se ha tragado su orgullo de ser superior ante las bárbaras "bestias taradas" que habitan fuera de las fronteras de Cataluña y parece dispuesto a pasar el cepillo por España para que los españoles perdonen a Cataluña sus pecados. Todo por sdalvar al sector turístico catalán. (La última patochada indepe para ensuciar la imagen de España en el extranjero: ¡¡Turismo político!!)
Es sensacional, el Consell Executiu ha acordado poner en marcha una campaña para hacer una llamada al turismo nacional. Se acabó la soberbia. Estos tipos se reservan el término "nacional" para ellos. Lo nacional es lo catalán, su nación. Lo suyo. Pero si se trata de "pelas" no se les caen los anillos para llamar fraternalmente "nacionales", o sea nuestros, al resto de la ciudadanía española.
¡Qué granujas son!
Escuchar a la supremacista Meritxell Budó referirse al turismo español como nacional -lo suyo sería "estatal", pero suena más distante- es toda una paradoja en su trayectoria como política. Ahora va de "¡Visca el turismo nacional!" Nacional de la nación española. ¡Qué mal lo deben estar pasando!
Primero los echan de Cataluña, luego les dicen que no serán bienvenidos. Y ahora les piden por favor que vayan a verles para dejar sus dineros dentro de los límites de la Generalitat.
¡Qué granujas son!