Simba el gato, era el rey de la casa. Adoraba a sus padres humanos y vivia tranquilo y a sus anchas.
Su familia humana adoptó a un cachorro, era un perrito jugueton y adorable, pero para Simba, era un agobio.
Thor, que asi llamaron al perrito, estaba todo el día jugando, se le echaba encima y lo revolcaba sin parar.
Poco a poco, Thor fue creciendo y se convirtió en un perro muy grande y muy cariñoso.
A partir de aquel momento, seguían siendo eran inseparables. Dormian juntos, jugaban pero como adultos. Se adoran.