El partido entre el Real Madrid y el PSG del próximo miércoles en el Bernabéu es una ‘final’ anticipada para los dos equipos, cuya temporada pasa por lo que ocurra al final de los 90 minutos. O 120. Sergio Ramos lo sabe bien.
Sergio Ramos es uno de los jugadores más mentalizados de la importancia del partido, el más consciente de lo que les espera en el Santiago Bernabéu. El central se encuentra lesionado y su presencia en el partido pende de un hilo. El ex capitán madridista quiere forzar para estar ante su anterior equipo en el regreso al Bernabéu solo unos meses después de hacer las maletas, pero su soleo no parece por la labor. Ramos arriesgará hasta el último momento para jugar el partido, en una de esas noches que conoce perfectamente cómo funciona el Bernabéu.
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Ambiente arrollador
Ramos ha hablado con toda la plantilla del PSG para explicarles el tipo de conjura que se maneja en el equipo para esta clase de grandes noches europeas. No por nada, el central fue pieza fundamental en varias de las remontadas del Real Madrid en los últimos años y sabe la capacidad que tiene el Bernabéu de llevar al equipo en volandas.
“El Madrid será un huracán”, les comentó Ramos a sus compañeros. Varios de ellos como Keylor Navas o Ángel Di María confirmaron la información del español apelando a su experiencia pasada en el club blanco. Saben bien que en Europa no hay rival más peligroso que un Real Madrid herido obligado a remontar en su estadio.
Al contrario que los jugadores del Real Madrid, en el PSG abundan futbolistas con poca o mala experiencia en esta clase de partidos donde es fundamental manejar el miedo escénico. El recuerdo de la remontada que les hizo el Barcelona sigue en la mente de la mayoría de la plantilla que sufrió el 6-1 del Camp Nou.
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El Madrid lo sabe
En el vestuario del Real Madrid son conscientes del intento de Ramos por mentalizar a sus compañeros, pero lo asumen como algo normal y entendible sabiendo que el Bernabéu no es como todos los campos, y menos tratándose de la Champions League. El impulso que hasta hace nada sentía en su espalda ahora le dará en la cara y el central quiere que sus compañeros estén preparados.
Sin embargo, por muy específicas que sean las descripciones que pueda hacer Sergio Ramos, no podrá acercarse a lo que será la realidad de la caldera blanca a plena ebullición el próximo miércoles. Ramos no quiere que a sus compañeros le tiemblen las piernas pero sabe que es muy probable que sea algo inevitable.