Están preocupados y tienen sus motivos. La cosa pinta mal. Las perspectivas de la próxima Diada Nacional de Catalunya no se ajustan a los objetivos marcados Todo apunta a un fracaso histórico porque la gente está harta de tanto Procés y politiqueo.
La Assemblea Nacional Catalana (ANC) maneja datos preocupantes para sus intereses acerca de la manifestación de carácter separatista programada para el 11 de septiembre, festividad del Día de Cataluña. Las inscripciones registradas hasta ahora están muy lejos de las previsiones más pesimistas.
La ciudadanía está harta del Procés
En las próximas fechas se van a redoblar las acciones para convencer a los ciudadanos catalanes de la necesidad de ofrecer una imagen multitudinaria y de unidad en la reclamación de la independencia de Cataluña. Pero la gente está harta y cada vez cuesta más movilizarla.
No hay cifras oficiales, pero se sabe que los inscritos son muchos menos que los registrados en ediciones anteriores.
La organización ha elegido como escenario la Gran Vía entre el Paseo de Gracia y la Plaza España, con el fin de evitar que se note en exceso la falta de quorum entre la ciudadanía. Serán 26 tramos que hay que cubrir con gente ocupupándolos y a apenas tres semanas del evento no parece que vaya a ser así.
El independentismo avanza desunido
La falta de unidad entre los partidos independentistas ha generado el desapego entre la ciudadanía, que acusa ya la fatiga de tantos años de politiqueo estéril que no ha conducido a ningún lado.
También los ciudadanos están divididos entre las directrices de ERC, dispuesta a negociar el futuro con el Estado, y las consignas de Puigdemont, que insiste en la vía uniltaral para la independencia de España prescindiendo del diálogo. No hay nada que negociar.
Es normal, además, que si entre la clase independentista catalana (los exconsejoeros Josep Huguet y Anna Simó) ya se han anunciado bajas ilustres en la Diada, ls ciudadanía opte por acogerse al derecho de pasar de ella.
Todo apunta a que serán cuatro y el gato en lo que puede suponer un ounto de inflexión y retroceso en los anhelos separatistas de una minoría de la población catalana.