La vida de Charla Nash no ha sido la misma desde aquella tarde de 2009 en la que un chimpancé arrancó su cara y la desfiguró por completo. Desde entonces, ha estado llevando su historia a los medios de comunicación, e incluso consiguió que el Ejército de Estados Unidos llegara a trabajar con ella en una serie de experimentos.
El infierno de Charla Nash comienza en 1995, aunque ella no lo supiera. Ese año, nacía en un santuario de chimpancés de Misouri su agresor, el simpático Travis. Tres días después de su nacimiento, fue adoptado por Jerome y Sandra Herold, una pareja amiga de Charla Nash. Nada parecía indicar que el animal se podría volver agresivo, después de haber sido cuidado toda la vida por el matrimonio Herold.
Este periodo en casa de los Herold transformó a Travis en, prácticamente, un ser humano. Aprendió comportamientos de sus cuidadores y saludaba a los vecinos como si fuera un miembro más de la familia. Incluso llegó a conducir en más de una ocasión el coche de Jerome y Sandra Herold cuando las autoridades viales no estaban atentas.
Travis era un miembro más de la familia, lo que tenía sus aspectos positivos y negativos. En 2004, un accidente automovilístico dejó solos a Sandra Herold y a Travis, puesto que Jerome y el hijo que tenía con Sandra fallecieron en el acto en una colisión. Desde aquel momento, Travis comenzó a experimentar ciertos cambios en su humor y a mostrarse más agresivo puntualmente con algunos miembros de la comunidad.
Sandra Herold desoyó las advertencias y continuó conviviendo como pudo con Travis. Hasta que llegó el fatídico día de 2009. Sandra Herold había recibido en su casa la visita de Charla Nash, su amiga y compañera de trabajo. En un momento de la estancia, el animal de 90 kilos de peso se abalanzó sobre Nash y comenzó a golpearla, arrancándole la cara y comiéndose los tejidos que podía separar del rostro de Charla Nash.
Sandra, horrorizada, llamó al 911 y describió un relato escalofriante: "Mi chimpancé se está comiendo a mi amiga. ¡Por favor, apresúrense! Está matando a mi amiga. ¡Él arrancó su cara! ¡Está muerta!". Estas palabras eran repetidas constantemente por Sandra Herold, quien intentó evitar el ataque de Travis sin mucho éxito.
Al parecer, Travis había resistido su instinto animal desde la pérdida de Jerome y del hijo de la pareja. El hecho de que Charla Nash agarrara uno de sus juguetes fue interpretado por el chimpancé como un gesto hostil, y le proporcionó un palazo y tres puñaladas, además de arrancarle la cara, antes de que pudiera ser reducido.
Travis murió en el incidente, abatido a tiros por el primer agente que llegó a la escena. Sandra Herold falleció de un aneurisma al año siguiente del incidente, pero Charla Nash seguía viva y deformada: había perdido manos, nariz, labios y parte de la estructura ósea de la cara. La demanda interpuesta contra el patrimonio de Sandra Herold fue exitosa para Nash, que obtuvo cuatro millones de dólares en compensación por el ataque de Travis.
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Con el paso del tiempo, Charla Nash logró recibir un transplante de cara que rconstruyó parte de su rostro, aunque todavía sigue siendo una persona muy dependiente de otros: "Antes podía cambiar la rueda de un camión y ahora no puedo ni comer sola". Este desgarrador testimonio ha servido para que Nash se erija como una de las principales detractoras de las leyes actuales, que permiten a los humanos adoptar a chimpancés como mascotas: ha asegurado que iniciará una campaña para derogar esas normas.