El líder norcoreano Kim Jong-Un aporovechaba el cuarto día del congreso del partido único celebrado en Pionyang este pasado 9 de enero para lanzar una seria advertencia a Estados Unidos: Corea del Norte mantendrá y desarrollará su armamento nuclear.
Así pues, el dictador defendió la creación del nuevo misil intercontinental norcoreano exhibido el pasado mes de octubre, así como la fabricación de submarinos de propulsión nuclear en la que se encuentra trabajando el país asiático, subrayando que este desarrollo nuclear corresponde a la necesidad de mejorar "las capacidades de ataque nuclear preventivo y de contraataque" de cara a poder "atacar y destruir objetivos estratégicos dentro de un rango de 15.000 kilómetro".
Una distancia que suponía una clara amenaza al nuevo Gobierno de Joe Biden, ya que Washington se encuentra a apenas 11.000 kilómetros de la costa oriental norcoreana.
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Sin embargo, no sólo Estados Unidos se ha visto amenazada por el incremento nuclear de Kim Jong-Un: y es que Corea del Sur y Japón, dos de las mayores potencias de Asia, se ven amenazadas por las ambiciones nucleares de Corea del Norte; una amenaza que también sufren Arabia Saudi o Turquía, esta vez, bajo la beligeracia nuclear de Irán.
Unas amenazas, unidas a la inestabilidad política vivida en Estados Unidos durante los últimos meses, que han hecho que Vladimir Putin haya esperado hasta el último momento para firmar la prórroga del último tratado de control de armas nucleares firmado con Estados Unidos.
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Apenas una semana antes de que expirara el plazo, el presidente ruso, con el apoyo de las dos cámaras del parlamento ruso, ha firmado junto a Joe Biden la prórroga del nuevo tratado START, que tendrá vigencia durante los próximos cinco años.
Un acuerdo nuclear sobre el que han discutido esta semana ambos líderes, quienes actualmente ostentan el control del 90% de las ojivas nucleares del mundo.
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El tratado New Start, firmado por el presidente Barack Obama y el presidente ruso Dimitry Medvedev, limita a ambos países a no tener más de 1.550 cabezas nucleares desplegadas, y 800 misiles y bombarderos desplegados, y prevé amplias inspecciones in situ para verificar el cumplimiento del pacto.
Un pacto que, a la larga, busca el desarme nuclear a nivel mundial, pero que actualmente supone una garantía de paz nuclear que podría persuadir a China de aumentar sus fuerzas; algo que, a su vez, tranquilizaría a India y Pakistán.
Sin embargo, Corea del Norte podría no responder tan positivamente al compromiso internacional, manteniendo su firme amenaza a la estabilidad nuclear pactada con su nuevo armamento nuclear.