Quim Torra vivió un 1 de octubre muy diferente e impensable. El president del Govern vio como los más radicales de los CDR y demás grupos independentistas se le rebotaban y pedían su dimisión.
“El primer preso que ha de ser liberado es el pueblo de Cataluña”, leía en una de las pancartas que le recibieron en Sant Julià de Ramis. Torra, inconsciente de la que le caería por la noche, seguía alentando a las masas.
“Apretad y seguid así”, comentaba Quim en el acto. Voces autorizadas de los golpistas anunciaban que todo estaba cerca de estallar. “Falta iniciativa”, comentaba Ponsatí en TV3.
“El mandato del 21-D está amortizado y no está claro qué mandato tiene este Govern, más allá de ocupar el espacio institucional. No tengo claro que la posición más efectiva sea que los jueces hagan la farsa del juicio y luego nos irrite mucho el resultado", proseguía Clara Ponsatí en la misma entrevista especial por el 1 de octubre.
“Quien no esté dispuesto a sostener el combate contra el Estado y prefiera el conformismo es mejor que abandone el Govern ahora”, comentaba en un artículo Agustí Colomines.
“La sensación de parálisis que percibe la gente no es buena para conmemorar el aniversario de una victoria. Quizás estaría bien que estos ‘nuevos’ dirigentes fueran valientes y les dijeran a los ciudadanos que no tienen ni idea de hacia dónde van”, aseguraba Colomines.
Otros como Albert Batet, de JuntsxCAT era crítico en sus redes sociales: “Escuchando al presidente Torrent, estoy sorprendido que desconvocan el pleno de investidura y restitución del president Puigdemont”.
Para rematar, Torra terminó su ajetreada jornada acorralado en el propio Parlament con el asedio de los más radicales que querían entrar y conseguir una toma histórica. Tuvo que hacer uso de la seguridad para espantar a las masas y ahora su imagen esta muy dañada a ojos del independentismo…