¿Quién es 'El Loco del Martillo'?

Fue condenado a cadena perpetua el 12 de abril de 1967. Obtuvo la libertad condicional el 23 de marzo de 2006

25 de Diciembre de 2022
¿Quién es 'El Loco del Martillo'?
¿Quién es 'El Loco del Martillo'?

El 14 de enero de 1963, El Loco del Martillo entró en la casa de Emilia Ortiz. Mientras dormía la atacó a martillazos hasta que se desvaneció. De la casa se llevó unas pocas cosas. Unos días más tarde, hizo lo mismo en la casa de la señora Torreti y después siguieron siete ataques más, siempre con las mismas características: entraba en casas donde había mujeres solas, nunca intentó un ataque sexual, robaba muy poco y golpeaba con el martillo.

La hecatombe se desató a partir del 8 de marzo de 1963. Esa noche entró en una casa de Lomas del Mirador y terminó matando a golpes a Rosa de Grosso; el 22 de marzo mató a Virginia de González y el 23 a Nelly Fernández. En toda la Capital y el Gran Buenos Aires, especialmente La Matanza, se produjo una verdadera psicosis. Decenas de mujeres denunciaron que habían sido atacadas con martillos y hubo tres intentos de linchar a sospechosos que, al final, no tenían nada que ver.

El lunes 30 de marzo todo llegó a su fin: Aníbal Raúl González Igonet fue detenido por dos policías novatos que simplemente le vieron movimientos sospechosos. Encima llevaba una sevillana, no el martillo, que según la Policía fue encontrado en un baldío cercano a una casucha en la que vivía.

La historia de González Igonet es dramática desde la niñez. Su padre quedó paralítico en el trabajo, murió cuando Aníbal era muy chico, la madre apenas se podía sostener y lo entregó a un reformatorio. Cometió robos menores, sin violencia, y terminó en el siniestro penal de Rawson. Según todos los que lo conocieron, la cárcel lo cambió totalmente y cuando salió trabajó de changarín en el Mercado Central, pero no podía conseguir empleo porque en esa época se necesitaba certificado de buena conducta.

“No quise matar, estaba muy necesitado y sólo buscaba la oportunidad para llevarme algo de valor –confesó ante la Justicia y el periodismo–. No sé por qué lo hice, a veces me parece que yo no lo hice. Elegí a mujeres porque eran las que menos peligro presentaban. No odio a las mujeres, no quise matar a ninguna y les pegué porque tenía miedo de que gritaran".

Los psiquiatras lo consideraron “responsable de sus actos”. “Tuvo relaciones con mujeres, pero sólo la madre alienta levemente su afectividad”, señaló el doctor Oscar Blarduni. Otro psiquiatra, en cambio, diagnosticó: “Tiene graves defectos en lo afectivo e incapacidad sexual"

El 12 de abril de 1967, el juez Pedro Heguy lo condenó a reclusión perpetua por homicidio, robo y lesiones graves. Hace 38 años que está preso, 32 de los cuales los pasó en uno de los peores penales del país, Sierra Chica. En un informe del 3 de mayo de 1995, el Servicio Penitenciario Bonaerense lo califica con 10 puntos y acota, textualmente: “Se comporta como un santo".

El destino quiso que otro preso, que conoció a González Igonet en la Unidad 12 y que se recibió de abogado, terminara siendo la tabla de salvación. Ariel García Furfaru tomó el caso y la jueza de Ejecución Penal de La Plata, Claudia Marengo, se ocupó del expediente y mandó a realizar las pericias que correspondían hacer. Además, un reciente fallo de la Corte Suprema lo favoreció. Cuando este periodista entrevistó a González Igonet, el diálogo tuvo ribetes asombrosos:

– ¿Cómo puede ser que lleve cuatro décadas preso?

-  No sé. El juez que me condenó, Pedro Heguy, ya murió y ahora creo que estoy en manos de una jueza.

– ¿No pidió la libertad?

– Y, sí, yo escribí unos papeles a mano pidiendo mi libertad.

– ¿Y qué le contestaron?

–  No, no me contestaron nada.

¿Después de cuatro décadas usted se considera inocente?

– Puede ser, puede ser. Mire, pasé casi toda mi vida en el peor lugar, Sierra Chica. Sufrí hambre, mucha hambre. Yo no pierdo las esperanzas de salir algún día y estar los fines de semana con mi hermana.

Este es el primer fin de semana que González Igonet pasará con su hermana en La Matanza. Podrá escuchar el Boca-River en libertad tras 43 años.