¡¡Qué poca vergüenza!!

Desde Waterloo piden a los catalanes que se jueguen su puesto de trabajo

10 de Octubre de 2019
¡¡Qué poca vergüenza!!
¡¡Qué poca vergüenza!!

Hay que tener la cara muy dura para atreverse a pedir públicamente a los ciudadanos catalanes que arriesguen sus puestos de trabajo. Así estarán a la altura de las circunstancias cuando los presos golpistas y los fugados de la justicia los necesiten como resistencia para hacer frente a la sentencia del tribunal supremo que nadie duda de que será condenatoria.

En Waterloo se aburren y parece que juegan a las batallitas en plan napoleónico con recreaciones del escenario en las que colocan sus soldaditos para moverlos según su conveniencia. Ahora que hagan esto, ahora lo otro. Ahora aquí, ahora allí. Ellos deciden desde Waterloo y el mayordomo Torra ejecuta desde la plaza Sant Jaume. 

Los que huyeron de la justicia y viven fugados en el extranjero se juegan mucho con la sentencia del Supremo. Tanto como una nueva euroorden, la tercera, que, esta vez sí, les pondría de patitas en la cárcel... a no ser que vuelvan a huír de la justicia, en este caso la belga.

"Si la locomotora se para, la economía española tendrá problemas"

Se juegan tanto que el ex conseller Toni Comín se ha atrevido a pedir a los catalanes que arriesguen por ellos su empleo y su bienestar personal para comportarse como borregos obedeciendo las órdenes que les lleguen de Bélgica de parte de un iluminado que, a fuerza de vivir en Waterloo, se ha autoconvencido de que es el Napoleón de los catalanes.

Toni Comín ha concedido una entrevista a El Periódico en la que, entre otras lindezas, propone muy en serio boicotear la economía del estado español, al que considera "el enemigo de Cataluña". ¡Qué peligro tienen estos tipos! ¡No saben de lo que hablan y se arrogan el derecho de decidir por los demás!

Este lugarteniente de Puigdemont se dirige en estos términos a la parte del pueblo catalán dispuesta a escucharle: "La carta de la movilización ciudadana que solo apunta al desgaste reputacional, moral, del Estado, se ha de seguir usando, pero en sí misma no es suficiente. Se ha de ir a una carta que busque no solo el desgaste reputacional, institucional y político del Estado, sino que busque también un desgaste material y económico".

Y aporta ideas: "Hay un ejemplo muy claro que se llama consumo estratégico. Cataluña sigue siendo una de las locomotoras económicas de España. Si la locomotora se para, la economía española tiene problemas. Se ha de trabajar también sobre este escenario. Se ha de usar esta arma, importante y poderosa, al servicio de nuestro proyecto político".

El precio de la independencia


Para que la locotomora catalana pare y la economía española lo acuse, Comín, el ideólogo de pacotilla, propone "un tipo de movilización nuevo, sostenido, intenso, que vaya al desgaste material del Estado. Que tiene costes para la gente de Cataluña. Si el líder del socialismo español está en las antípodas del británico, no haremos la independencia votando y basta".

Comín avisa de que su desvarío tiene costes. ¿Qué costes? le pregunta el periodista de El Periódico: "Costes económicos. No penales". Con lo cual ya nos quedamos más tranquilos. Comín aclara que los costes pueden ser laborales y que se puede perder el empleo. Una bobada en comparación con lo que puede suponer ganar la guerra a España. ¡¡Se han vuelto locos de remate!!

Comín se lo dice claro a los catalanes: bajará su nivel de vida -"aunque los autónomos menos"- si siguen sus instrucciones: "el precio de la independencia no lo ponemos los catalanes, lo pone el Estado. Si consideramos que la república catalana es la condición de una ciudadanía plena, que no eres libre si no eres plenamente ciudadano, la pregunta -injusta y desagradable, pero inevitable- es qué precio estamos dispuestos a pagar por nuestra libertad... La gente tiene derecho a no cooperar con aquel que considera que te está negando la libertad. Hay una manera de no cooperar que es no contratar a sus empresas, parar el tejido productivo cada cual desde su acción individual, responsable..."

El objetivo, sin ambajes, es colapsar la economía española: "si hay un millón de personas que un día se levantan por la mañana y no quieren ir a trabajar, ella no tiene ningún instrumento, ni el Estado, para obligar a esta persona a ir a trabajar".

"Si perjudicamos la economía del estado español nos perjudicamos a nosotros"

¿Y qué pasará con esos catalanes que siguiendo sus directrices acaben perdiendo su empleo por negarse a acudir a su puesto de trabajo? Respuesta: "Un paro largo puede ser que tenga riesgos grandes en términos materiales para la gente. La gente tiene derecho a no cooperar. Es un principio básico de la desobediencia civil y la lucha no violenta. No tengo por qué cooperar con mi enemigo o mi adversario". Pues eso, lo importante es no cooperar con "el enemigo" y a fin de mes reclamar al maestro armero, porque desde Waterloo no llegará comida.

Tantas insensateces juntas han sido respondidas por la consejera de Empresa de la Generalitat Ángeles Chacón, que semanas atrás ya tuvo que salir públicamente para matizar unas palabras de Torra, en una dirección parecida, llamándole "simplista". Chacón le ha dicho a Comín en TV3 que se deje de bobadas y que "hacer empresa es hacer país y hay que ponerse en la cabeza que estamos en un contexto global. No entiendo de boicots". "Si perjudicamos la economía del Estado español nos perjudicamos a nosotros", argumentó la consejera, además de remarcar que "lo que no podemos hacer es perjudicar a nosotros mismos".

No podían estar todos locos. Tiene que haber alguien sensato. Por fortuna los catalanes no son como Comín.