La viruela del mono es el nuevo virus que ha hecho saltar las alarmas sanitarias en Europa tras detectarse varios casos en los últimos días y semanas. Desde su descubrimiento en 1970, la tasa de letalidad en los distintos brotes se ha situado por lo general entre el 1 y el 10%.
La viruela del mono está provocada por el virus ortopoxvirus zoonótico. Tanto los síntomas como la presentación de la enfermedad son similares a los de la viruela humana, erradicada en 1980, aunque con menor gravedad, transmisibilidad y mortalidad.
Tras la infección por contacto con animales (los roedores son su principal reservorio) el periodo de incubación suele ser de 7 a 14 días, pero puede variar entre 5 y 21. La enfermedad tiene dos periodos: el de invasión y el de erupción cutánea.
El de invasión tiene los siguientes síntomas, que se presentan durante los primeros cinco días: se manifiesta en los cinco primeros días y cursa con fiebre, cefalea, dolor lumbar, mialgias, astenia intensa (falta de energía) y linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos).
Entre uno y tres días después del inicio de la calentura, comienza la erupción cutánea. Surgen lesiones que son muy similares a las de la varicela y la sífilis que, por lo general, afectan primero al rostro para, posteriormente, distribuirse por todo el cuerpo.
Estas erupciones comienzan como maculopápulas (de base plana), pasan a ampollas llenas de líquido, pústulas y costras. Todo este proceso transcurre en un tiempo aproximado de diez días y la vuelta de la piel a la normalidad puede demorarse hasta tres semanas.
Así se transmite
Los roedores son el principal reservorio del virus y un posible factor de riesgo son los animales mal cocinados que están contagiados tras tener contacto directo con estos roedores mencionados previamente.
¿Son efectivos los antivirales contra la última variante del coronavirus?
Entre humanos, la transmisión es a través de saliva o excreciones respiratorias, o por contacto con el exudado de la lesión o el material de la costra. La excreción a través de las heces y las relaciones sexuales ayudan a la transmisión del virus.