La clamidiasis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) muy frecuente provocada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Tiene origen bacteriano y afecta tanto a hombres como a mujeres. Se trata de un problema de salud curable y que no suele causar síntomas.
Los hombres que presentan algún tipo de síntoma suele ser: necesidad urgente de orinar, sensación de ardor al orinar, secreciones por el pene, picazón o ardor dentro del orificio por donde sale la orina o inflamación o dolor en la zona de los testículos.
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En las mujeres, la clamidiasis puede venir acompañada de flujo vaginal espeso y amarillento, ardor al orinar, secreciones por la uretra, manchas o sangrado fuera de la menstruación, sangrado durante o después de las relaciones sexuales, dolor durante las relaciones sexuales o dolor en el abdomen o la pelvis.
Si la enfermedad no se trata puede provocar serios problemas a las mujeres. La clamidiasis puede causar daño en los órganos reproductivos y dificultades en la concepción. También puede dar lugar a un embarazo ectópico, que es el que se produce fuera del útero.
En el caso de los hombres no tiene consecuencias tan graves. Lo máximo que puede ocurrir es que se produzca dolor en la zona y episodios de fiebre. En un pequeño porcentaje de casos puede llegar a causar infertilidad aunque es algo poco habitual.
La clamidiasis se contagia al tener relaciones sexuales vaginales, anales u orales sin las medidas de protección adecuadas. Para que se produzca el contagio, una de las personas debe tener la enfermedad. El grupo de mayor riesgo son los jóvenes ya que son los más activos en el sexo.
Prevenir la enfermedad
El primer paso, y el más importante, para evitar contagiarse de clamidiasis es utilizar el preservativo en todas y cada una de las relaciones sexuales. Hay que extremar las precauciones si ese contacto íntimo se tiene con una persona a la que no se conoce de nada.
Si se sabe que una de las personas tiene clamidiasis es mejor no mantener relaciones sexuales, ni siquiera con preservativo, hasta que haya terminado el tratamiento y haya pasado una semana desde la última dosis de antibiótico. Es la mejor forma para no correr ningún riesgo.
También es recomendable hacerse pruebas de ETS con frecuencia y regularidad, especialmente aquellas personas que tengan menos de 30 años y que sean sexualmente activos. De esta forma, se llevará un control rutinario sobre este aspecto de nuestra salud.