El sexo tántrico está basado en una doctrina esotérica y oriental que lleva con nosotros desde hace miles de años, el Tantra.
Una de sus características es el culto a los placeres mundanos de la vida, para llegar a conseguir la plenitud espiritual.
No tiene nada que ver con la religión, simplemente es una actitud con respecto a los sentidos. El sexo tántrico es la mezcla del amor y la meditación.
Esta forma de ver la vida no entiende de superioridad de géneros ni de belleza durante el sexo. Toda la energía de los individuos se centra en conseguir lograr el éxtasis.
Manera de alcanzarlo
El cuerpo es el principal protagonista, junto a las caricias, besos, palabras o miradas que fomenta la compenetración y el equilibro de la pareja. No hay que centrarse en los orgasmos o la eyaculación.
Hay que ir sin prisas y dejando atrás cualquier tipo de prejuicio para llegar a conseguir el auge tanto físico como emocional. Hay que tener presente nuestras virtudes y defectos.
Diana Henao, psicóloga y terapeuta, explica: "La mente deja de funcionar, está completamente feliz. El tantra es encontrar paz, serenidad, iluminación, amor incondicional, silencio interior, relajación… El paraíso esta aquí y ahora".
La respiración y la meditación son esenciales en esta práctica diferente del sexo, que es mucho más profunda.