Las tonalidades que se escojan pueden afectar al estado anímico de sus habitantes
La decoración de una casa es una tarea muy importante a la que hay que dedicarle bastante tiempo, ya que de ella depende el bienestar y comodidad de los inquilinos en el día a día.
Y es que aunque parezca una bobada, el color de las paredes es una elección crucial, ya que según las tonalidades que se escojan se va a conseguir una sensación diferente en el estado anímico.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los colores se clasifican en varios grupos, siendo estos fríos o cálidos y primarios o secundarios.
Para entenderlo mejor, por ejemplo los colores amarillos y rojos son cálidos porque producen una sensación de recarga en las energías de las personas, mientras que los verdes y azules son fríos y hacen que el estrés aminorice.
Por lo que dependiendo de las necesidades de cada persona, se elige un tono u otro para las paredes de cada estancia.
En concreto, si tu objetivo es subir el ánimo cada vez que cruzas la puerta de casa, el color naranja puede ser el idóneo para conseguir esta sensación.
Y es que en esta situación habría que escoger un color que se encuentre en la paleta de los cálidos.
Pero si por lo contrario lo que deseas es quitarte de encima todo el estrés que el trabajo y las obligaciones te provocan, te tienes que decantar por un tono frío que puede ser por ejemplo el azul.