Nunca se han llevado mal, pero tampoco bien. Ahora que Oriol Junqueras anda suelto, Carles Puigdemont, consciente de la ascendencia que tiene su ex vicepresidente en la vida política catalana, trata de ganárselo para su causa con mimos, sabedor de que los sondeos dan como favorita en Cataluña a ERC en las próximas elecciones autonómicas, lo que supondría que su partido, JxCat, la antigua Convergencia, perdería el mando del poder, que hasta ahora ha recaído en su "virrey" Quim Torra.
Puigdemont es consciente del peligro que supone que ERC se decante por un tripartito con PSC y los Comunes, vistas las buenas rerlaciones que mantiene el partido republicano con el Gobierno de España, y maniobra con toda su habilidad para evitar que ERC salga del redil independentista.
Pero ERC es tan republicana y catalanista como de izquierdas. En eso difiere con Puigdemont y su partido, que representan al PP catalán en clave nacionalista. (Junqueras descubre por qué no huyó al extranjero como el cobarde Puigdemont)
Y Junqueras no tiene intención de apartarse de sus ideales independentistas, pero difiere con Puigdemont sobre la fórmula para hacerlos valer. Junqueras es partidario de conquistar cotas de poder "autonómico" a la espera de que una realidad social mayoritaria -que ahora no se da- le permita abordar la negociación de un pacto acordado por la independencia. Puigdemont, en cambio, se decanta por la vía unilateral consciente de que los poderes del estado jamás transigirán en los deseos soberanistas de los partidos independentistas.
Y en eso están, lanzándose flores a la espera de que el pistoletazo de salida de las elecciones vuelva a enfrentarles fraternalmente. (ERC le prepara una emboscada a Puigdemont)
Mientras tanto vuelven a llevarse bien estudiando al rival para calibrar que es lo que puede sacarse de él. Vuelven a tramar y maquinar juntos. Vuelven a preparar su golpe soñado contra España, pero antes deberán ponerse de acuerdo en la manera.
Junqueras asegura tener una relación "cordial" con Puigdemont y dice que hablan varias veces por semana
El líder de ERC y exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, ha asegurado que habla de todo y frecuentemente con el expresidente Carles Puigdemont, "una, dos, tres veces" a la semana, y que la relación es cordial.
En una entrevista de TV3 recogida en el primer fin de semana tras recuperar el tercer grado penitenciario, ha negado así que no se hablen, porque ahora hay que priorizar Cataluña, tanto por el proceso soberanista como por la crisis del coronavirus.
En cuanto a la relación entre los propios presos del 1-O, ha respondido que es una relación cordial, de compañeros de módulo y de personas que han convivido mucho, y "nunca ha habido ningún enfrentamiento".
También ha dicho que confía en el recorrido de su caso en la justicia europea, aunque, en todo caso, ha insistido en su convencimiento de ser una persona buena y honrada. (¿Está Puigdemont detrás del espionaje a Torrent?)
"Orgulloso de ir a la cárcel por mis ideas"
Además, está "orgulloso" de ir a la cárcel por sus ideas, ha dicho, pese a la dureza de la cárcel, y ha constatado que ha recibido muchas muestras de apoyo del resto de presos en general, y en la cárcel se ha sentido fuerte y sereno, ha añadido.
Al preguntársele si volvería a actuar igual, ha respondido que trabajará por el bien de la sociedad: "Haré aquello que nos mueve por la gente; claro que sí".
Al repreguntársele, ha reiterado que lo que se hizo era "fruto de un mandato democrático, de un mandato electoral", y que ya lo dijo así en el juicio.
Sobre su vida en la cárcel, ha negado que en las cárceles catalanas tengan un trato de privilegio ni él ni el resto de presos del 1-O; y ha comentado que en la cárcel de Estremera pudo conocer al excomisario Villarejo --"saludarlo; dejémoslo así"--.
Puigdemont quiere captar a Junqueras para su causa
Por su parte, Carles Puigdemont ha asegurado hoy estar muy contento con la reanudación del contacto con el exvicepresidente Oriol Junqueras, y ha añadido que es "muy incipiente" y que la voluntad de los dos es aumentarlo.
En la presentación telemática del libro 'Me explico. De la investidura al exilio' (La Campana/Plaza & Janés), ha afirmado que lo hacen por "pantalla interpuesta" y no con la frecuencia que quisieran, y ha concretado que han tenido una conversación privada pero también reuniones en las que participan otras personas.
"Creo que la voluntad de los dos y de los que participamos es que estos contactos se vayan incrementando", ha subrayado el expresidente y eurodiputado, y ha remarcado que el hecho de que Junqueras esté en prisión y él en el extranjero había creado una distancia insalvable. (Rebelión a bordo en el barco de Puigdemont: ¡La tropa le planta cara!)
Puigdemont, que no ha querido entrar en cuestiones de partido, no ha valorado la opinión que pueda tener Artur Mas de la reordenación del espacio político o las elecciones catalanas, ha asegurado sobre la reanudación del contacto: "No va de nuestra relación personal esto. Podemos ser amigos, podemos no serlo. Va de otra cosa que ambos coincidimos que es lo realmente importante, va del país", con las legítimas discrepancias de estrategia que puedan tener y ha dicho que este tiempo se han atribuido desencuentros que solo se podían atribuir al desencuentro físico.
"El Gobierno me engañó de una forma salvaje"
Preguntado por las horas posteriores a la declaración del 27 de octubre, Puigdemont ha explicado que habló con Junqueras ese día en el Parlament y que no volvió a hablar con él hasta una videoconferencia el día que la semana siguiente el vicepresidente fue a declarar a la Audiencia Nacional, ya que "no pudo venir" a una reunión que el expresidente convocó el 27 de octubre por la tarde.
Ha afirmado que aquella reunión era "clave" para que el Govern y las entidades acordasen los siguientes pasos tras la declaración porque no consideraba que tuviera que ser una decisión unilateral suya.
Puigdemont ha afirmado que el 27 de octubre no se puede entender sino se entiende lo que pasó el 10 de octubre, cuando se produjo la votación en el Parlament de una declaración de independencia y su posterior suspensión de los efectos, ha admitido que el Gobierno central le engañó "de una forma salvaje", motivo por el que ahora siempre habla de tener relatores en las negociaciones que pueda haber, y ha reiterado que fue un error dejar la votación sin efecto.
Ha explicado que en una conversación en 2016 el rey Felipe VI le dijo que "se tendría que hacer" una mesa sobre reformas en cuestiones materiales como inversiones y otra sobre el modelo territorial, de la que le contestó que la Generalitat formaría parte si se convocaran, pero que posteriormente no volvió a hacer referencia en encuentros posteriores señalando que no era una propuesta del monarca.
"El Rey dio un discurso golpista"
Puigdemont ha afirmado que, más tarde, Felipe VI dio un "discurso golpista" el 3-O, en el que, según él, se excluyó a una parte de los catalanes y se señaló y se inició una cacería del independentismo, y ha ironizado que quizás sería necesario que el monarca se explicara en un libro. (El condenado Junqueras sale de la cárcel para volver a mandar en Cataluña)
También ha explicado que mantuvo conversaciones con el entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en las que ha querido creer que mostraban una "preocupación cierta por el problema", pero ha querido dejar claro que Sánchez no le propuso nunca un referéndum y que el PSOE cambió tras el discurso del rey.
El expresidente de la Generalitat ha asegurado que el libro quiere proporcionar su versión de lo vivido, ha afirmado que es un texto de lectura fácil pero de digestión lenta en la que no querido "pasar el photoshop" y ha dicho que aguanta mal la fragmentación y el riesgo de aferrarse a anécdotas que se pueden malinterpretar.