Científicos y autoridades llaman a la calma, pero el miedo de la población, avivado por los medios de comunicación, va en aumento.
Desde que el brote de coronavirus (COVID-19) afectó a Italia el fin de semana pasado, en Europa no se habla de otra cosa.
Los mitos alarmistas sobre la expansión del coronavirus se disparan, y desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten sobre la “estigmatización pública y el aumento de prejuicios dañinos” contra ciertos ciudadanos.
A continuación, explicamos tres datos que desmienten estos mitos alarmistas e invitan a la calma.
Pandemia no significa apocalipsis
“Usar la palabra pandemia ahora no se corresponde con los hechos, pero sí puede dar miedo. No vivimos en un mundo binario, en lo que todo es blanco o negro”, explicó el lunes Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
“De momento, no estamos asistiendo a una expansión global incontenida de este coronavirus, ni estamos viendo signos de enfermedad severa o muerte a gran escala. ¿Tiene este virus el potencial de convertirse en pandemia? Totalmente. ¿Estamos ya ahí? Según nuestros análisis, todavía no”, aseguró el director de la OMS. (¿Para cuándo la vacuna? Así lucha el mundo contra el coronavirus)
Tasa de mortalidad muy baja
La tasa de mortalidad del COVID-19 está entre el 2 y el 4% en Wuhan (China, epicentro del coronavirus), según la OMS.
En el resto del mundo la tasa de mortalidad por el coronavirus desciende hasta el 0,7%.
Así pues, la gripe común tiene más mortalidad que el coronavirus.
Es verdad que el porcentaje de contagio del coronavirus es alto, pero también lo es la tasa de personas que se recuperan de la enfermedad.
Víctimas con patologías previas
La mayoría de las víctimas mortales en Italia por el coronavirus, según datos oficiales, tenían 77, 78, 80, 84, 88 años…
También han fallecido personas un poco más jóvenes, como un hombre de 62 años de Castiglione D’Adda, pero que tenía varias enfermedades crónicas.
Resumiendo, los síntomas del COVID-19 (fiebre, tos, dificultad para respirar) no son mucho más agudos que los de una gripe, por lo que la enfermedad sólo se agrava, normalmente, en casos de comorbilidad, o lo que es lo mismo, en personas con problemas del corazón y respiratorios o de edad avanzada.