El T-Rex mejor conservado se llama Sue, que se encuentra en Estados Unidos y tiene unos extraños orificios en su mandíbula.
De él se conserva el esqueleto completo, lo que ha permitido conocer muchas cosas sobre su vida y su muerte.
La investigación
El paleontólogo Ewan Wolff de la Universidad de Wisconsin Madison encontró el motivo de la desaparición del Tyrannosaurus rex.
Wolff se centró en las enfermedades que sufrían cocodrilos y aves que provenían de los dinosaurios.
Un parásito
Así fue como descubrió huellas similares (los orificios en la mandíbula del T-Rex) en el cráneo de un águila pescadora que había sido infectada por un parásito que normalmente infecta a palomas, gallinas, pavos y reptiles.
Dicho parásito, de la especie Trichomonas, produce una infección en la parte posterior de la mandíbula que impide la deglución (también los orificios presentes en la mandíbula de Sue).
Wolff también analizó los cráneos de 61 Tyrannosaurus rex y descubrió que nueve de ellos presentaban lesiones parecidas a las de Sue.
Aunque los científicos todavía no saben cómo llegó este parásito a los dinosaurios, piensan que lo podría haber hecho a través de comida infectada.
De este modo, Wolff encontró al culpable de la desaparición de Sue y los de su especie.