Los habitantes de El Campillo (Huelva) han pedido al ayuntamiento que compre la casa para que “ningún Montoya vuelva a pisar el pueblo”.
La casa en la que Bernardo Montoya asesinó a golpes a la joven profesora Laura Luelmo ha sido puesta a la venta por 6.000 euros.
Dicha propiedad, que pertenece al hermano del asesino, Manuel Montoya, que todavía no ha recuperado la llave de la vivienda, todavía conserva el precinto de la Guardia Civil.
La vivienda está ubicada en la calle Córdoba número 1 de El Campillo (Huelva) y la familia la ha puesto a la venta “muy por debajo del valor del mercado, que demuestra que solo pretendemos deshacernos de una vivienda que no utilizamos y que nos genera gastos”, apunta Manuel Montoya.
La casa en la que fue asesinada Laura Luelmo ha sido puesta a la venta por 6.000 euros
“El dinero no será para pagar al abogado de Bernardo, como se ha dicho", añade uno de los nueve hermanos Montoya.
La casa tiene 70 m2, cuenta con dos habitaciones, salón, cocina, un baño grande y un terreno anexo a la finca.
El inmueble está “un poco deteriorado, pero tiene posibilidades”, apuntan sus dueños.
"Antes de lo que pasó allí (se refiere al asesinato de Laura Luelmo), solo mi hermano Bernardo se quedaba en la casa de vez en cuando, las veces que salía de permiso de la cárcel. Ni mi padre, que vive en otro pueblo, ni el resto de mis hermanos hemos ido a El Campillo desde hace años, así que es tontería seguir pagando la contribución y otros impuestos de una casa que no disfrutamos", afirma Manuel Montoya.
"Sabemos que muchos vecinos no quieren que ningún Montoya vuelva a pisar el pueblo. Si el ayuntamiento quisiera comprarnos la casa, podrían evitarlo y, al mismo tiempo, construir algo bueno allí para el pueblo. Estamos dispuestos a negociar con ellos el precio", anuncia Bernardo Montoya.
"Si no encontramos comprador, tendremos que buscarle alguna utilidad a la casa. Algunos de mis hermanos viven en Cataluña, pero tienen ganas de mudarse con nosotros, así que si no podemos vender la vivienda, se instalarán allí. Tenemos derecho y no tenemos culpa de lo que pasó allí", apunta.