La primera imagen es para llorar. Sabían que esta mujer recogía perros y la avisaron. La perra estaba tan delgada que no podia levantarse y gritaba de una manera angustiosa.
Pudo cogerla, la metio en una jaula y la llevó al veterinario. Pensó que con semejantes gritos debía esta herida.
No tenía ningún daño físico, su dolor era emocional. Tenía miedo.
Poco a podo fue ganándose su confianza, pero cuando se asustaba se escondía detrás de una silla.
Los demás perros que tenía le enseñáron que podia confiar en ella. El momento más feliz fue cuando movió la cola por primera vez.
Es bastante traviesa, sube al sofá y juega con su mama humana. Ahora su nombre es Matilda, y será muy feliz en su nuevo hogar.