El Gobierno del PSOE, el Govern de los golpistas y el Ayuntamiento de la independentista Ada Colau se exponen a una triple crisis de sus cuentas si no salen adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
La batalla de los presupuestos parece perdida, aunque Pedro Sánchez y su Gobierno se empeñen en decir lo contrario y sigan perdiendo credibilidad.
La ausencia total de negociación entre el Gobierno y los partidos de la oposición (PP y Ciudadanos), y la negativa de los líderes separatistas tras conocer las acusaciones de la fiscalía a los golpistas del ‘procés’, hacen que la aprobación de los presupuestos esté bloqueada.
"Una cosa es apoyar al PSOE para echar al PP y otra es dar aire a un Gobierno que endurece las acusaciones por la presencia de un delito inventado"
"Una cosa es apoyar al PSOE para echar al PP y otra es dar aire a un Gobierno que, vía Abogacía del Estado, ha endurecido las acusaciones con la sedición en un contexto general marcado por la presencia de un delito inventado como es el de la rebelión", apunta una voz independentista, que añade: "Aunque todo siempre es susceptible de cambiar".
El presidente y sus ministros confiaban en contar con el apoyo de los radicales de (ERC) y la abstención de PDeCat para sacar adelante los presupuestos pactados con los podemitas, pero ahora ya nadie da un duro por estos presupuestos.
Pensando en las elecciones municipales en Barcelona de 2019, Ada Colau ha decidido apretar a Torra para que vote sí a los presupuestos estatales y la capital autonómica pueda beneficiarse de ellos.
Además, Moncloa presiona a los líderes separatistas advirtiendo que, de no aprobarse los presupuestos Cataluña se quedará sin los 2.200 millones de euros que el proyecto tiene destinados a la comunidad autónoma.
Desde el Gobierno del PSOE también insisten en que las negociaciones de la cuentas estatales continúan, y que ahora están en conversaciones con el PNV.
Ante este panorama desolador, el Gobierno pretende aprobar medidas como el aumento del SMI vía decreto para poder tramitarlas posteriormente en el Congreso, donde los que quieren romper España (ERC y PDeCat) estarían dispuestos a apoyarlas.
En cualquier caso, y por muy negro que sea el futuro de este Gobierno en minoría, Pedro Sánchez parece no contemplar la salida más lógica: convocar elecciones.