Okupas a lo grande con piscina y fibra óptica

Las políticas de Ada Colau permiten la existencia de okupas sin ningún tipo de restricción ni impedimento

10 de Julio de 2019
Okupas a lo grande con piscina y fibra óptica
Okupas a lo grande con piscina y fibra óptica

Una finca de 11 apartamentos con piscina y diversas plazas de parking ha sido totalmente ocupada. De los once pisos, dos de ellos tienen inquilinos, y corresponden a pisos turísticos.

Las otras nueve viviendas estaban vacías y han sido ocupadas todas a la vez por un grupo de okupas. La presidenta de la comunidad ya he puesto una demanda ante los Mossos d’Escuadra.

Defecaciones humanas en el garaje y la piscina

La finca se encuentra en la zona alta de Barcelona, más concretamente en el barrio del Putxet, perteneciente al distrito de Sarrià-Sant Gervasi, una de las zonas más exclusivas y con alquileres muy altos.

La presidenta de la comunidad únicamente es propietaria de cinco plazas de parquin que tiene alquiladas y ya ha recibido quejas de sus inquilinos al encontrarse defecaciones humanas en el garaje.

Aire acondicionado, piscina, fibra óptica…

Estos okupas de alto standing, se han instalado fibra óptica y han pinchado la luz, con la que disfrutan de un aire acondicionado que está pagando la comunidad de vecinos.

El escenario se encuentra en el número 46 de la calle Ballester, una calle secundaria que tiene salida a diversas calles principales, como la ronda del Mig o la avenida del General Mitre.

La presidenta de la comunidad ha intentado mediar con los okupas

Los pisos ocupados son propiedad de un fondo de inversión, condición que los intrusos conocían de antemano, sabiendo que de esta manera el desalojo será mucho más lento.

En un intento fallido para dialogar con los asaltadores, dado que son violentos y la han empujado dos veces, éstos le dijeron a la presidenta: “todos sabemos que acá en Barcelona nos dejan hacer todo”

Las políticas permisivas de Ada Colau en Barcelona fomentan este tipo de acciones, de igual que con los manteros. La ciudad está sumida en una espiral donde se castiga al turista y se le permite al parásito ocupar viviendas.