Noche de sexo en la 'Casa de la República' y Puigdemont a dos velas con la independencia

Salvador Sostres desvela en ABC la noche de pasión de Aurora Madaula, pareja de Agustí Colomines, y Aleix Sarri en la casa de Carles Puigdemont

31 de Octubre de 2019
Noche de sexo en la 'Casa de la República' y Puigdemont a dos velas con la independencia
Noche de sexo en la 'Casa de la República' y Puigdemont a dos velas con la independencia

La 'Casa de la República', donde vive Puigdemont en Waterloo, se convirtió hace unos días en el escenario de una de las historias más rocambolescas de lo que llevamos de procés cuando Aleix Sarri, coordinador de política internacional de Quim Torra (32 años), tuvo un apasionado encuentro sexual en la habitación de invitados con Aurora Madaula (40 años), diputada en el Parlament por Convergencia y pareja de Agustí Colomines (62 años). Parece ser que se rompió el amor 'de tan poco usarlo'.

Tras una cena con el prófugo ex presidente de Cataluña, a los dos acompañantes de Puigdemont, que tenía sueño y se fue a dormir, les entraron las ganas de irse a la cama, pero no precisamente para echar un sueñecito sino otra cosa. Y pasó lo que tenía que pasar. Cuenta Salvador Sostres en su blog de ABC que el encuentro íntimo con Sarri ha terminado con la relación de Colomines y Madaula. Un disgusto más para Puigdemont antes de su posible extradición a España el próximo mes de diciembre. A dos velas con la independencia, mientras otros se hinchan a fornicar.

Así cuenta Salvador Sostres en ABC el 'polvo' de Sarri y Madaula

Carles Puigdemont folclorizó la independencia de Cataluña cuando el 1 de octubre cambió de coche bajo un puente, en lugar de mantener la dignidad del cargo de presidente de la Generalitat. “Es una jugada maestra”, dijo Pilar Rahola. Y ya nunca nos recuperamos de la vulgaridad. Una vez folclorizado el propósito, sólo era cuestión de tiempo que los protagonistas de la farsa fueran cayendo cada vez más bajo.

Y así el vodevil llegó a la llamada Casa de la República, la residencia de Puigdemont en Waterloo. Morbo en Maniac Mansion, que es como la llaman los que conocen sus desvaríos aldeanos. Una de las parejas más oportunistas que el “procés” ha dado es la de Agustí Colomines, intelectual comunista hasta que pasó a estar a sueldo de Convergència, con Aurora Madaula, una diputada en el Parlament por el mismo partido, que nunca habría sido nada sin su interesada aproximación coital.

Hace unas semanas -y en defensa de ambos, hay que decir que no estaba previsto, ni buscado- esta Aurora y un tal Aleix Sarri, coordinador de política internacional de Quim Torra, coincidieron en la Maniac Mansion y fue una noche de escándalo. Puigdemont ya hacía días que quería cambiar de personal, porque en la clásica paranoia de quien vive solo y aislado, creía que sus colaboradores le robaban. Semanas antes, había invitado al rapero fugado Valtònyc a buscarse piso, porque le molestaba oírlo cantar todo el día sus horribles canciones. De hecho, la única visita que realmente agradece Puigdemont es la de Xevi Xirgo, director del Punt Avui, con quien están escribiendo un libro para insultar Oriol Junqueras. Lo tienen muy avanzado.

Sarri y Madaula cenaron en casa con su líder, tomaron vino, vino tinto, y bebieron bastante, y Puigdemont, cansado, fue el primero en retirarse pero enseguida entendió que pasaría la noche del loro, porque de la habitación de invitados pronto le llegaron los jadeos de Sarri y Madaula, que sin ningún respeto a la “Casa de la República”, ni a los “presos políticos”, ni los “exiliados”, sucumbieron a los fluidos y fue tan exagerado el ruido que hicieron, que hasta el Mosso que cuida al expresident se despertó y acudió al punto a la puerta de la habitación para ver qué pasaba. Y claro, pasaba lo que pasaba. No puedo ofrecer más detalles, pero sí constatar que rompieron la barra del armario. ¡Pam!

Colomines se enteró del abordaje, y aunque la bella Aurora se disculpó una y mil veces, y le prometió que para ella no había tenido ninguna importancia, se hizo el ultradigno, y el ultraindignando, y haciendo de tripas corazón, decidió dejarla pese a lo enamorado que estaba.

¿Cuál es la metáfora de esta historia, qué información nos aporta? Que todas las farsas terminan en vodevil, y que cuando se enredan las sábanas te das cuenta de qué pueril eres: tú y todo lo que intentabas. También hay una lección para Colomines, sobre la imprudencia de subirte a trenes cuyo billete ya sabes que no podrás pagar. El independentismo lo ha banalizado siempre todo, primero con dinero y luego con hombres menores que tras pisar todas las flores salvajes creen que la dignidad es hacerse los ofendidos cuando alguien les toma Granada.

Claro que es un problema de orden público, y de orden moral. A político no llega, ni podrá llegar. Claro que Colomines ha sido siempre un oportunista, y claro que Madaula se quiso aprovechar de él. Claro que a Puigdemont le falta un hervor, y hasta dos, y claro que Valtònyc es un homeless mental y sus canciones son horrorosas. Pero todo esto lo sabíais desde el primer día y no lo quisisteis aceptar. Teníais toda la información, y detallada, y por creeros más patriotas, tal vez más jóvenes, y más soldados, hicisteis ver que no veíais, negasteis la evidencia, la más rectilínea realidad. Qué derrota no esperabais? Qué desorden creíais que os podríais ahorrar?

El vodevil de Waterloo es la decadencia de Cataluña. Madaula es la insatisfacción permanente y Colomines la permanente incapacidad de satisfacerla. Y luego estos atajos que no llevan a ninguna parte. Sois pobre gente que trafica con lo que luego hace ver que lamenta perder con grandes aspavientos, tan falsos como los conocimientos internacionales que dice tener el pobre tonto de Sarri -que en un país normal sería un empleado de Tabacalera.

Decíais que queríais un Estado y era sólo que os daba morbo acabar rompiendo la barra del armario.

Aurora Madaula junto a Agustí Colomines, su ahora ex pareja

Puigdemont junto a Aleix Sarri