Los partidos nacionalistas catalanes de izquierdas y de derechas han obtenido en las elecciones del pasado domingo la mayoría de los escaños en juego. Y lo han vendido como un éxito sin precedentes. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Dolça Cataluña ha elaborado un decálogo con el que demuestra que el éxito independentista no es tal y que el resultado electoral no es más que una amarga victoria con muchas sombras y pocas luces basada fundamentalmente en la abstención.
La abstención de media Cataluña permite al independentismo superar el 50% de los votos
Así razona el error de aceptar este clima de euforia que permite al independentismo reclamar voz en grito cuestiones tan absurdas como otro referéndum ilegal o la amnistía para los delincuentos recluidos en la cárcel.
1-El nacionalismo ha sacado sus peores desde 1989. Sólo el 27,6% del censo. En 2017 alcanzó el 37,6%. Batacazo. Con esos números no se independiza uno ni en su escalera.
2-El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, más de 623.000 catalanes han dicho adiós al 'prusés', la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse por ella.
3-Los partidos nacionalistas con representación parlamentaria se quedan en el 48,1% de los votos. Sólo llegan al 51,5% contando con los 5 frikis extraparlamentarios de PedeCat, FNC, PNC, MPIC y PCPC. Y, por cierto, ya había pasasdo antes: 1984, 1988, 1992, 1995 y 2010. Con esas cifras no se cambia ni una bombilla en la comunidad de vecinos de Lluís Duermeberberechos Llach.
4-El partido más votado en Cataluña no es separatista (PSC). En las últimas elecciones tampoco lo fue (Cs). Chorprecha. Y eso que Salvador McFly Illa no es Churchill.
Los datos lo demuestran: que no saquen pecho, la abstención favoreció al separatismo
5- El nacionalismo explícito tiene 74 escaños. Pues como en 2012, escolti. No son los 76 de 2010, o los 81 de 1992. Eso sí: un diputado de JxC vale un 48% menos que uno de Cs. Para sacar un diputado, JxC necesita 17.750 votos,; ERC 18.291; VOX 19.807 y Cs 26.317. El sistema favorece al separatismo, lo de “un hombre un voto” no es cierto. En una democràcia de verdad el resultado en escaños sería muy diferente.
6-Nos vendían que “el 80% de catalanes quieren votar“: han votado el 53,6%. Los catalanes no quieren otro butifarréndum separatista.
7- El “independentismo moderado” no existe. El separatismo se ha radicalizado. En 2010 CiU tuvo 62 diputados; hoy el JxC del Motxo tiene 32 y el PdeCat cero. Los fanáticos de ERC han perdido un alto porcentaje de votos pero han aumentado 1 diputado. La CUP ha pasado de 4 a 9 diputados (a pesar de perder 6.000 votos). Este radicalismo va a seguir perjudicando mucho a Cataluña.
8- Los catalanes libres (nos gusta más que “constitucionalistes“) se han abstenido más que los lazis, porque la percepción de peligro de ruptura es mucho menor que en 2017. Los 750.000 votos que se han quedado en casa (sin contar los podemitas) saldrán si el separatismo se empeña en volver a tensionar a la sociedad.
9- El nacionalismo parece que va a tener enfrente un partido, Vox, combativo y enfocado, que peleará por el relato, está presente en todo el territorio, no tiene miedo a tocar temas hasta ahora tabús y cuyo discurso llega a votantes jóvenes y atrae también a los nacionalistas desencantados. Ah, y que no se va a ir a Madrid. Eso nos enseña que los catalanes libres han aprendido a no dejarse tomar el pelo por quienes les abandonan o les venden. Benvingut, Vox.
10-El Poder Judicial ha otorgado un vergonzoso trato preferente a los políticos nacionalistas. Los presos golpistas han campado a sus anchas todos estos días, con más privilegios y libertad de movimientos que el resto de catalanes. A estas horas siguen en sus casas. Una burla al Estado de Derecho y a la decencia.