Les avisaron de que había un perro abandonado. Los dueños de la casa donde lo dejaron, vieron como se desmayaba. Los rescatistas intentaban que levantara la cabeza y no podía, se habia rendido, no quería vivir.
Estaba hambriento y tardó una semana en abrir los ojos, eran azules. Casi no tenia carne en los huesos, le controlaban la comida para que su estómago la aceptara.
Poco a poco fue animándose e incluso jugaba con los juguetes que le daba el veterinario. Un mes después corría por el jardín. Llegó la hora de su adopción, sus nuevos dueños le llamaron Jack y se convirtió en un husky precioso y con los ojos azules.