Una de las notas más tristes que se están registrando en el juicio a los presos que ejercieron de cabecillas en el golpe de Estado contra España que se organizó en Cataluña en 2017 es el trato que está recibiendo el exconsejero Santi Vila por parte de los presos.
Le hacen el vacío. Los políticos encarcelados por su participación en el golpe de estado catalán no le perdonan a su excolega que viera la luz y se bajara del barco cuando parecía evidente que el Govern de Puigdemont había pérdido el juicio y se lanzaba al vacío. (Santi Vila arrastra la mentira de los presos políticos y los indepes lo 'matan')
Santi Vila, como ex consejero de Cultura y Territorio, también está en Madrid, en el Supremo, declarando por sus actos. Y allí sus antiguos amigos le han girado la cara "Es un traidor", dicen de él a sus espaldas. Vila es el único procesado que ha quedado al margen de las ayudas económicas que para la defensa están disfrutando los citados en el Supremo beneficiándose de la caja de resistencia creada para este fin.
Muy unido a Carles Puigdemont por sus raíces gerundeses, Santi Vila hace año y medio que no cruza una palabra con él, pese a haber sido su mano derecha en el Govern de la Generalitat. Ni Puigdemont ni los demás le perdonan su postura ante el golpe borrándose del alzamiento cuando vio que sus compañeros de Govern estaban cegados con la indepedencia y Puigdemont firmemente decidido a aprobar una declaración unilateral de independencia. (El Rey Felipe da un bofetón salvaje al independentismo en pleno juicio del 1-O)
Sale corriendo para que nadie vea lo solo que está
Aún así, la Fiscalía reclama siete años de cárcel y 16 de inhabilitación, acusado de malversación. “Vila está solo. El resto de los acusados no le dirigen la palabra en la sala de vistas. Le hacen el vacío”. Es un testimonio recogido por Crónica Global de fuentes judiciales, que añade que en cuanto acaba la sesión, Santi Vila “sale corriendo para que nadie vea lo solo que está”.
El único contacto con el resto de presos que se le ha visto durante los días que llevamos de juicio fue cuando le dio un beso a Meritxell Borràs después de romper a llorar por el recuerdo de su padre fallecido. (Las 21 frases del juicio que desmontan la mentira separatista)
Es el precio que Santi Vila debe pagar por no haber sido nunca un soberanista radical, pese a que a Puigdemont le vino muy bien utilizar sus buenas relaciones con las personas más influyentes de la política en Madrid.