En el Real Madrid están hartos. Están hartos de las manipulaciones, de las críticas y de que todos sus triunfos estén rodeados de polémica.
En el vestuario merengue dicen basta. “Alguien debe levantar la voz”, dicen entre ellos los propios jugadores (pesos pesados) del club blanco. (En can Barça ni tienen vergüenza ni la conocen: ¿por qué no te callas, Nobita?)
Sergio Ramos salió a hablar y dejó claro, en un recado para los antimadridistas, que la victoria en Bilbao fue limpia. El capitán quiso tomar las riendas de los micrófonos, pasase lo que pasase, para lanzar un discurso.
“No le damos importancia. La Liga no la vamos a ganar gracias a los árbitros ni la vamos a perder. El que no la gane tendrá que culpar a los jugadores, a la plantilla y hacer autocrítica. Los árbitros están para ayudar”, sentenció el de Camas.
Ramos y Zidane alzan la voz
“Hay veces que aciertan y otras que no y para eso hay una persona que les ayuda (VAR). No hay nada predeterminado en este sentido”, confesó Ramos.
También fue crítico Zinedine Zidane en la sala de prensa y dejó un mensaje similar: “Si estamos arriba por el tema arbitral…pues bueno, si quieres. Como estás tú y otros que piensan eso…yo no me meto en eso”.
“No puedo aceptar que lo que hacemos es por cosas de los árbitros. Hay que respetar al Madrid y valorar lo que estamos haciendo”, comentó el míster el Real Madrid en la sala de prensa.
Pocos apoyos
Un mensaje teledirigido, el de Ramos y Zidane, pero que no fue todo lo contundente que puede ser. Se arriesgaban a una sanción, que lógicamente no tendrán ni Muniain ni Bartomeu, por si había una salida de tono en zona mixta.
Lo cierto es que en el vestuario, según ha podido saber Don Diario, se sienten muy poco apoyados. Más allá de, lógicamente, los medios de tirada madridista, no hay nada. (Florentino estudia sacarle los colores a Bartomeu con un informe arbitral que le deja retratado)
No tienen un portavoz que levante la voz ante las críticas y que ponga los puntos sobre las íes y eso los jugadores lo echan mucho de menos ante la evidente masacre que reciben día tras día.