Alberto Garzón es uno de los ministros asociados a la marca Unidas Podemos que más polémica han desperado desde su llegada al Gobierno de Pedro Sánchez. Sus controvertidas declaraciones al respecto de la carne y las granjas intensivas en nuestro país provocaron un auténtico terremoto en la prensa y en las redes sociales, que todavía dura hoy por hoy.
El ministro de Consumo, a pesar de defender unos conceptos propios de la izquierda, parece que solo lo hace cuando interesa. Mientras que intenta aplicar medidas supuestamente progresistas para los españoles, Garzón mantiene una serie de propiedades inmboliarias que parecen excesivas para los tiempos que vivimos, pero que realmente no tienen un verdadero impacto sobre el trabajo de Garzón como ministro de Consumo.
Su residencia habitual está fijada en un piso de 200.000 euros en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid, que sirve como punto neurálgico de las actividades personales y familiares del ministro de Consumo. En esta localidad está criando a su hija, Olivia, y disfruta de una vida asentada con Anna Ruiz, con quien contrajo matrimonio hace ya varios años.
Además de este piso en Rivas, Garzón disfruta, junto a su hermano, de una segunda residencia en la Costa del Sol. Se trata de un piso situado en la cuarta planta de un bloque de edificios colocado en primera línea de playa, que tanto el ministro de Consumo como su hermano han recibido de herencia. A pesar de su privilegiada localización, esta vivienda no es para nada comparable con la residencia habitual del exlíder de Podemos, Pablo Iglesias. El piso heredado de Alberto Garzón cuenta solo con 80 metros cuadrados y con una plaza de garaje que los hermanos comparten con su padre.
Alberto Garzón jamás ha presumido de sus propiedades, pero sí se siente orgulloso de sus orígenes. Precisamente en su localidad natal riojana, Cenicero, la familia del hoy ministro de Consumo tiene varios terrenos que apenas suponen un verdadero impacto económico en las cuentas de la familia. Cenicero es una localidad que trae muy buenos recuerdos a Alberto Garzón, pues fue allí donde aprendió a hablar y caminar y donde se casó con su actual pareja, Anna Ruiz.
Los terrenos de los que dispone la familia Garzón apenas llegan, cada uno, a las 0.2 hectáreas, por lo que no suponen ningún impulso económico irregular ni brindan verdaderas oportunidades de negocio para la familia, que se ha acostumbrado a ver diluido su título aristocrático. La familia materna de Garzón perteneció a la más alta nobleza malagueña, caracterizada por su espíritu conservador: su bisabuelo materno fue fusilado por los republicanos en Paracuellos del Jarama. Sin embargo, Garzón ha caminado hasta el otro lado del espectro político con la misma humildad que sus padres, abuelos y bisabuelos, honrando su legado y manteniendo solo lo necesario para vivir cómodamente y sin apuros.