Irene Montero llegaba, dentro del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, no sólo a sentarse en el Congreso de los Diputados, sino en convertirse en ministra; concretamente, en la primera ministra de Igualdad de la democracia española.
Un cargo en el que la ministra podemita no ha dudado en repartir dinero de fondos públicos a asociaciones 'afines' a su ideología 'feminista', a la vez que ha aprovechado para lanzar claras directrices de lo que, a su juicio, es o no el feminismo, y lo que debe comprender la lucha contra la violencia de género.
Así pues, en los últimos meses, se ha podido comprobar la disparidad del discurso de la podemita, que no ha considerado como 'iguales' a todas las víctimas de violencia de género, según, tal y como apuntan los rumores, el signo político de las víctimas.
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Acusaciones de parcialidad contra Montero que se suman a los malos datos registrados en violencia de género durante los últimos años, y que ponen el tela de juicio la idoneidad de la pareja de Iglesias para estar al frente de la cartera; un contexto que la ministra intentará obviar este 8-M, intentando volver a cubrir las calles de morado para conseguir el apoyo de las feministas.
Sin embargo, ya han sido muchas las asociaciones de feministas las que le han dado la espalda a la ministra podemita, asegurando que Irene Montero "ha dejado de representar al movimiento feminista en España" con sus "políticas que pretenden borrar al sujeto político del feminismo".
Un enfado de asociaciones feministas como 'Confluencia Movimiento Feminista', 'Frente Abolicionista' o el 'Partido Feminista de España' que han dejado de lado a la ministra por sus grandes desacuerdos en la abolición de la prostitución, la gestación subrogada o la ley trans.
Las mujeres ucranianas, olvidadas por Montero
Pero la mala memoria de Irene Montero sobre lo que realmente significa el feminismo, y su distanciamiento con las principales plataformas feministas del país, no es la única 'losa' que pesará sobre la podemita este 8-M.
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Y es que, del mismo modo, la ministra de Igualdad parece haberse olvidado de las mujeres ucranianas; tanto de aquellas que huyen de la guerra con sus hijos, abandonando a sus maridos e hijos en el frente, como a aquellas que deciden mantenerse en el conflicto, y ser ellas mismas las que defiendan su país.
Así pues, Irene Montero sigue plantada en el 'no a la guerra' de Unidas Podemos, eliminando así cualquier posibilidad de ayuda o visibilidad a estas mujeres que, defendiendo sus derechos y libertades desde el campo de batalla y con gran sacrificio, muestran al mundo el verdadero significado del feminismo que Irene Montero dice defender desde su mansión de Galapagar.