Según las empresas de programación, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para que pueda ser posible votar desde cualquier ordenador o móvil, aunque todavía falta la legislación correspondiente, como también una infraestructura informática independiente, formación en la ciudadanía, compromiso de los poderes públicos y garantías plenas de seguridad.
Así, se señala por ejemplo el caso de Estonia, uno de los más avanzados en votos y servicios electrónicos, donde se permite los sistemas tradicionales y los digitales. En las pasadas elecciones, el 44% de los votantes recurrieron al voto electrónico.
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Además, se explica que en ese país el DNI contiene dos certificados digitales distintos, donde uno sirve para confirmar la identidad del titular y el otro para facilitar una firma digital. Al contar con códigos PIN especiales, se dificulta la usurpación de identidad.
Asimismo, una posible solución para el peligro de que la infraestructura de Internet pueda tener "unos propietarios" puede ser la creación de una blockchain pública, para garantizar la seguridad del proceso.
Democracia 4.0
De esta manera, los partidarios de la llamada Democracia 4.0 defienden que este tipo de sistemas permiten afianzar el principio de que la soberanía resida efectivamente en los ciudadanos.
Si bien en España se han realizado pruebas en 2004 con algunas mesas de voto electrónico remoto, estas no se han generalizado. En cambio, el sistema electoral se fundamenta en el escrutinio definitivo, que es público, y totalmente manual.
Por otra parte, otros países como Holanda (en 2008) y el Reino Unido (entre 2002 y 2007) también le dan dado su oportunidad al voto electrónico, pero han desistido tras haber comprobado fallos de seguridad.
Al momento, solo son tres los países que utilizan a este sistema en un 100%, que son Brasil, India y Venezuela, mientras que en otros como Estados Unidos, Colombia y Ecuador lo utilizan de forma parcial.