Jesús Cacho destapa en Voz Pópuli que "la víspera de las generales del 28 de abril, Felipe González visita a Alfredo Pérez Rubalcaba en su casa de Majadahonda. Hay testigos de lo acontecido. Tras pasar revista a la situación, ambos convienen en que la victoria de Sánchez parece inevitable. Miradas perplejas. A Alfredo le parece una ironía macabra tener que ir al día siguiente al colegio electoral "para votar a este indeseable", y en parecidos términos se expresa Felipe".
Y añade: "Al caer la noche, el que fuera presidente del Gobierno durante casi 14 años deja una frase lapidaria sobre el tapete: "Bueno, Alfredo, a partir de mañana toca empezar a pensar en España". Cuando Felipe volvió a ver a su amigo lo encontró embutido en una caja de pino expuesto en la sede del Congreso. La emoción del velatorio".
Las complicidades del Ibex-35 con Sánchez
Cacho desvela uno de los problema de España: "Empresarios cobardes, con un miedo atroz a hablar alto y claro lejos del cenáculo, pero siempre dispuestos a la componenda desde dentro, a la presión silenciosa, a robarle a las urnas lo que las urnas han dictado. La Telefónica como sociedad de socorros mutuos, o el Santander de la familia Botín como ejemplos de lustre. Los grandes responsable del desastre de la corrupción –el disolvente que ha terminado por quebrar el Sistema- callados ahora cual muertos y forrados hasta las cejas. A ellos les importa poco que el señor marqués de Galapagar amenace el bolsillo de las clases medias: han puesto su dinero a buen recaudo, como los millonarios hijos de la izquierda progre, los Wyoming, Ferreras y compañía… Ello por no hablar de la responsabilidad de un periodismo corrompido hasta la médula, además de rendido a los dogmas de la izquierda cultural".
Al menos, explica, "resiste el Rey en Palacio –curioso guiño el del mejor Borbón en el peor momento de nuestra historia reciente-, y resisten algunos jueces dispuestos a hacer su trabajo con honor en un país donde todo el mundo se escaquea, nadie cumple las responsabilidades del cargo, todos se esconden. Revertir la situación parece tarea imposible con un PSOE dispuesto a gobernar con los comunistas de Podemos y los separatistas catalanes si llegara el caso, y una derecha en plena descomposición, cuyo mejor ejemplo es ese PP que, con Pablo Casado en plena depresión, no parece haber encontrado más remedio a los males del marianismo que más marianismo".