Alberto Núñez Feijóo es uno de los principales representantes del trabajo duro en nuestra política. El gallego ha llegado a ser candidato a presidir La Moncloa gracias a trabajar mucho y en silencio, lejos de las estridencias de otros líderes políticos autonómicos. Pero la vida le ha enseñado esa máxima al presidente del Partido Popular.
El sueño de Feijóo, desde niño, siempre fue estudiar Leyes y Derecho y convertirse en juez. Sin embargo, la tragedia golpeó su familia y no pudo cumplirlo. Aunque había nacido en Os Peares, una pequeña aldea de Galicia, donde todavía hoy es conocido como el nieto de Eladia o el hijo de Saturnino, Feijóo logró llegar hasta Santiago de Compostela y entrar en la universidad.
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A la hora de elegir carrera, se decantó por Derecho para seguir su sueño, pero al quedar su padre en paro, Feijóo cambió de decisión en el último momento y buscó la forma más rápida de obtener un puesto en la Administración y ganar un sueldo fijo para ayudar a sus padres. Así, Feijóo escogió las oposiciones para el Cuerpo Superior de la Administración General, que aprueba siendo el número 2 de su promoción.
De esta forma, Feijóo iniciaba el camino por el mundo laboral pero también por la política, puesto que gracias a este puesto tuvo el primer encuentro con uno de sus mentores políticos: José Manuel Romay Beccaría, un político franquista que tenía en mente la sucesión democrática a la dictadura en nuestro país. Romay Beccaría era por aquel entonces segundo al mando de la Xunta de Galicia y persona de total confianza de Manuel Fraga.
Esta relación tan estrecha con los dos políticos del PP resultaría clave en el futuro. Cuando José María Aznar ganó las elecciones en 1996, eligió como ministro de Sanidad a Romay Beccaría, que decidió llevar consigo a Feijóo. El joven funcionario gallego aterrizaba en la capital, donde vivió los ocho años del mandato del expresidente del Partido Popular ocupando cargos como la presidencia de Insalud y la de Correos y Telégrafos.
Actualmente, Feijóo está en una dura lucha contra Pedro Sánchez por descubir quién tiene razón en el supuesto pacto que el PSOE firmó con el PP durante la presidencia de Pablo Casado, acordando una renovación pacífica de los magistrados del Consejo General del Poder Judicial. El último movimiento de Feijóo ha hecho que Sánchez caiga en su trampa: después de haber exigido y conseguido una comparecencia en el Congreso de los Diputados, ahora el PP no quiere saber nada de ella.
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De esta forma, se elimina la posibilidad de que Sánchez se haga fuerte y domine a su antojo los organismos públicos claves para la supervivencia del Estado español. El propio Feijóo es un enamorado de su tierra y busca compartirla con los demás, pero también es consciente del daño que puede llegar a recibir por los turistas descuidados: "Hay que disfrutar de Galicia pero sin estropearla". Este es el único mensaje en el que insiste el líder nacional del PP.