Ocho años llevan Rocío Carrasco y Rocío Flores sin verse cara a cara, aunque en ese tiempo se hayan mandado infinidad de indirectas (y puñaladas directas) a través de los programas de televisión y las redes sociales.
Todo empezó con una riña doméstica en la cocina, en el verano de 2012, cuando Flores se encontraba desayunando para asistir al curso de verano de recuperación de asignaturas.
En ese momento, una bronca con su madre acabó convirtiéndose en una batalla campal, en la que la nieta de Rocío Jurado llegó a tirar a su madre al suelo y propinarle varias patadas y puñetazos.
Ante la agresividad de la joven, el tema acabó en los juzgados, siendo condenada Rocío Flores a una pena de "60 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad" o, en sustitución "seis meses de libertad vigilada", opción que eligieron finalmente Antonio David y su hija.
Sin embargo, esta sentencia del juez por "un delito de maltrato habitual, maltrato, una falta continuada de amenazas y una falta continuada de injurias" tendría otra consecuencia para la hija de Rocío Carrasco.
Una que ni su madre podría arreglar posteriormente, ya que fue dictaminada por el juez.
Un castigo ejemplar para Rocío Flores
Ante la agresividad de Rocío Flores con para su madre, el magistrado tomó una dura decisión: desheredó a Rocío Flores de forma legal.
Y sí, puede hacerlo, ya que la legislación española prevé algunos casos en los que se puede privar a los hijos de recibir el patrimonio de sus padres; entre esos casos, el maltrato físico o psicológico a sus progenitores. (La novia de Kiko Matamoros lo enseña así.. ¡¡Empapada y completamente desnuda!!)
Esto afecta enormemente a Rocío Flores, que no verá ni un euro de la herencia de su madre... y por tanto, de la de su abuela materna, que asciende a varios millones.