La cumbre mundial de la OTAN celebrada en nuestro país es uno de los acontecimientos del año para la geopolítica estratégica internacional. El hecho de que se celebre en nuestro país no es casual, tomando en cuenta la reciente conflictividad surgida en Europa del Este con la guerra entre Rusia y Ucrania y los continuos saltos de los migrantes a las vallas de Ceuta y Melilla, que estas semanas viven sus momentos más trágicos y agitados.
Este último tema es, precisamente, una de las cuestiones de debate entre los Estados miembros de la OTAN, que poco a poco van llegando a suelo español en una ciudad, Madrid, que se ha blindado por completo para la recepción de esta importante cumbre mundial. La reunión previa a la cumbre de Pedro Sánchez con Joe Biden suma a este presidente norteamericano a la lista de mandatarios extranjeros que ya han visitado nuestro país de forma oficial.
La vida del mandatario estadounidense parece estar marcada por la tragedia e inevitablemente vinculada a los hospitales. Uno de los primeros signos de esta triste unión lo recibió el propio Biden, cuando tuvo que jurar su cargo como senador por Delaware en 1973. Sin embargo, lo hizo bajo extrañas y alarmantes circunstancias: dos de sus hijos estaban ingresados de gravedad, y el propio Biden era el único responsable de hacer guardia y acompañarlos en esos duros momentos. Fue allí mismo, delante de sus hijos, donde tuvo que jurar servir al pueblo estadounidense.
Un año antes, el hoy presidente de Estados Unidos sufrió uno de los peores sucesos que iban a marcar su vida para siempre: un 18 de diciembre de 1972, Neilia Hunter y Naomi fallecían en una accidente de tráfico que dejó a Biden destrozado por dentro. La fuerza de esta experiencia vital ha marcado para siempre su calendario laboral: todos los años, cada 18 de diciembre, Biden se ausenta del trabajo y dedica su tiempo completamente a vivir una vida normal, alejado de los despachos y las leyes con el objetivo de honrar la memoria de su esposa y su hija, que injustamente perdieron la vida en la carretera.
Años después, en 2015, la unión entre Joe Biden y los hospitales se hacía manifiesta de nuevo, atacando otra vez a su familia. Uno de sus hijos, Joseph, que ya había estado ingresado de gravedad en 1973, falleció a los 45 años: no había podido superar un cáncer cerebral que se había extendido rápidamente por su cuerpo y finalmente acabó costándole la vida. Biden había perdido a dos hijos y una esposa a lo largo de todos estos años.
La capacidad de resistencia de Joe Biden es solo comparable a su fortaleza interior y a su habilidad para cumplir las promesas que hace: todos los años, siendo senador, diputado o incluso presidente de los Estados Unidos, ha dejado de lado todo asunto relacionado con su trabajo cada 18 de diciembre para poder honrar como es debido la memoria de su hija y su esposa, fallecidas en un cruel accidente de tráfico. Esta es la triste razón por la que Joe Biden no trabaja cada 18 de diciembre.