Es el nuevo reto viral. Tan asqueroso como poco gracioso. Se trata de defecar en una piscina, preferentemente ajena, para sumir en un caos a quienes la disfrutan.
Acaba de suceder en la urbanización riojana de El Cardizal, en la localidad de Ezcaray. Sus moradores se han visto obligados a cerrar su piscina durante tres días para desinfectarla después de que unos graciosos defecaran en ella cuando estaba más poblada de gente, que ahí está la "gracia" de la hazaña.
"Cerrada por actos de vandalismo"
"Cerrada por actos de vandalismo". "Prohibido el baño. Proceso de hipercloración. Peligro sanitario extremo". Así avisaba la urbanización del estado de su piscina mientras la Guardia Civil sigue la pista de los gamberros que dejaron seis muestras de su incivismo en aguas que en ese momento estaban ocupadas por niños. Cuentan testigos presenciales que los gamberros portaban su mercancía en tuppers y que volcaron su contenido en el agua.
La moda parte de la Comunidad Valenciana, de Castellón concretamente, y se está extendiendo por toda España. El objetivo es dejar sin piscina a quien la puede disfrutar. Al menos durante unos días.
La Guardia Civil va tras la pista de un grupo de chavales de 12 a 16 años, que se han especializado en esta práctica asquerosa buscando alicientes a su aburrida vida.
Seguramente no son conscientes de que la gamberrada puede convertirse en algo más grave, ya que el agua estancada es un foco de bacterias que puede atentar contra la salud e incluso la vida de las personas si no se detecta a tiempo la fechoría. Es decir, que estarían tentando a la suerte y convirtiendo una presunta trastada en un intento de homicidio.
Es el desafío que se ha puesto de moda este verano. Tan absurdo como el Trash Challenge, que consiste en estrangular a una persona hasta hacerla llegar a la inconsciencia, que parece ya superado y pasado de moda. El inconveniente de esta moda es que no se puede presumir de ella por las redes sociales porque eso llamaría la atención de la policía.
