La abadesa Sant Pere de les Puel·les, Esperança Atarés, ha expulsado del monasterio a una monja asturiana de 60 años que se negaba cada día a rezar cada día por el retorno de Carles Puigdemont.
La monja, Sor María de los Dolores Díaz de Miranda, se quejó por el apoyo incondicional al independentismo catalán y la respuesta de la abadesa fue expulsarla de inmediato por no comulgar con el separatismo y no apoyar el 'procés'.
Madrid se dispara gracias al Procés: Habrá que dar las gracias a Pujol, Mas y Puigdemont
Arcadi Espada ha entrevistado a la monja para un artículo de El Mundo. Sor María de los Dolores Díaz de Miranda vive actualmente en el Hospital de Tavera y trabaja de restauradora en su museo.
En la entrevista, el conocido periodista fue directamente al grano y le preguntó por esos rezos para pedir el regreso del expresidente catalán. "¿Y usted que hacía en el rezo por Puigdemont?".
Un estudio demuestra que el procés ha convertido a Cataluña en un lastre para España
"Pensar en otra cosa. Tragármelo. Sin mayor violencia. Sin urdir conspiraciones. Y cuando llegaba la ocasión decía que no estaba conforme", respondió la monja, que no está a favor del independentismo.
"A la hora de comer la costumbre era que una hermana fuera leyéndonos las noticias. Un día tras otro las noticias derivaban en lo mismo: las glorias del 'procés', las miserias de sus adversarios", señaló la monja.
Cuando se hablaba de la independencia en el monasterio, la monja asturiana confesó que pensaba en otros asuntos. "Concentrarme en la comida. Créame: lo máximo que dije es que nuestra obligación en una sociedad rota era curar las heridas y no agravarlas".
"Era molesto que todos los políticos que venían a hablar al monasterio dijeran lo mismo", explicó Sor María de los Dolores Díaz de Miranda, que llevaba 16 años en el monasterio junto a una treintena de monjas.
La expulsión del monasterio
La monja comentó como fue el momento de su expulsión. "Me llamaron. Estaba la abadesa y otras tres hermanas. Habían tomado una decisión. Debía abandonar el monasterio durante seis meses. Era por mi bien. Debía reflexionar sobre mi vida. La reflexión incluía una dura cláusula: no podía integrarme en ninguna otra comunidad".
Después de esos seis meses, la abadesa le comunicó que no podía volver ya que era "una decisión de la comunidad". Debido a su rechazo al independentismo tuvo que marcharse de forma definitiva del monasterio.