El moribundo movimiento independentista catalán, que atraviesa sus horas más bajas en músculo político y apoyo social a la causa, ha sacado fuerzas de flaqueza para, una vez más, luchar contra España y todo lo que recuerde al estado español, con especial hincapié en el uso del castellano dentro de la autonomía catalana.
Así pues, después de que una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) obligara al colegio público de Canet de Mar a ofrecer a sus estudiantes el 25% de las materias en castellano, varios centenares de independentistas llenaron las calles de Canet, así como de otros lugares de Barcelona, cargando contra España, y lanzando serias amenazas contra la familia constitucionalista de Canet que exigió la enseñanza bilingüe para su hijo de cinco años.
Unas protestas secesionistas que fueron secundadas desde el Parlament de Cataluña, donde la líder de JxCat, Laura Borràs, llegó a exigir a la Generalitat que se desobedeciera la orden del TSJC, mientras que el consejero de Educación del Govern, Josep González-Cambray, se negaba a contestar a los medios de comunicación en castellano.
Actitud del titular republicano con la que demostraba su apoyo, no sólo a la escuela y a los manifestantes secesionistas radicales, sino a la 'inmersión lingüística catalana', que pretende eliminar el uso del castellano en los colegios, imponiendo a los más pequeños el uso del catalán.
Hipocresía en estado puro
Sin embargo, dice el refrán que 'se pilla antes a un mentiroso que a un cojo' . Eso sí, en el caso del conseller de Educación, ha sido pillado más por hipócrita que por radical independentista.
Y es que, mientras Cambray ha defendido por altiva y por pasiva, tanto en los medios de comunicación como en el Parlament, el uso del castellano, el sistema educativo catalán y la inmersión lingüísticas, él mismo se ha asegurado que sus hijas no sufran las consecuencias de esta obsesión lingüística de los indepes.
Así pues, las hijas del consejero acuden diariamente al colegio Frederic Mistral de Barcelona, según ha podido saber El Confidencial. Un colegio en el que, tal y como se explica en su página web oficial, se estudia en cuatro idiomas: catalán, castellano, inglés y francés o alemán, a escoger por los padres de los alumnos.
Un sistema en el que no sólo el catalán no goza del 75% de la presencia impuesta en los colegios públicos manejados por el Govern, sino también en el que el castellano, esa lengua tan 'odiada' por Cambray y sus compañeros independentistas, si tiene una presencia asegurada del 25%, sin que en momento alguno ello haya supuesto un impedimento para el conseller.
Algo que demuestra la gran hipocresía de la que, día tras día, hacen gala los independentistas: y es que, mientras imponen unas normas absurdas, fascistas y discriminatorias al conjunto de la sociedad catalana, ellos mismos buscan 'la trampa' para no sufrir las consecuencias de sus políticas nacionalistas.