Vladimir Putin se ha convertido, en las últimas semanas, en el enemigo número uno de gran parte del mundo, después de tomar la inesperada decisión de invadir militarmente Ucrania, provocando, al cierre de estas línas, centenares de muertos y heridos en el país.
Una decisión que, a pesar de las críticas y las medidas económicas tomadas internacionalmente contra Rusia por este ataque, el presidente ruso parece no estar dispuesto a cambiar, manteniendo su firme discurso de confrontación a Ucrania, Europa y Estados Unidos ante las cámaras.
Algo que ha provocado que, para muchos, el hasta ahora conocido como 'pequeño zar' de Rusia se haya convertido en un frío y calculador asesino de inocentes, siendo los propios ciudadanos rusos los que, en múltiples ocasiones y a través de los medios de comunicación y las redes sociales, han cargado contra el brutal ataque de Rusia a su país vecino.
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Imagen de Putin como un hombre frío y sin escrúpulos que ha hecho que todas las miradas internacionales también se giren hacia Lyudmila Putina, la ex mujer de Putin y ex primera dama de Rusia, la cual compartió treinta años de matrimonio con el presidente ruso, conociéndole a la perfección.
El secretismo dentro de la 'casa Putin'
"Mira cariño, tienes que saber que mi carácter es complicado, imagino que habrás tomado una decisión sobre nosotros" fueron las palabras que Vladimir Putin dirigió a su entonces novia cuando le pidió matrimonio, tal y como Putin ha relatado para el libro 'Vladimir Putin: camino al poder".
Unas palabras que ya demostraban el carácter frío del presidente y ex agente del KGB que, sin embargo, conseguía conquistar a la azafata de vuelo, que se casaba con él profundamente enamorada, asegurando que esa frialdad y mente calculadora le daban "seguridad" en el entorno privado.
Un sentimiento que no cambió poco después, cuando Lyudmila supo que estaba con un ex agente del KGB gracias a un amigo en común: "él no soltaba prenda, pero yo me daba cuenta de todo, lo percibía, lo veía".
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Hermetismo absoluto que el presidente ruso ha mantenido durante todo su mandato sobre su vida sentimental y sus hijas, de las cuales apenas se conocen unos pocos detalles, exceptuando el momento en el que el presidente ruso y la primera dama anunciaban públicamente, y de forma conjunta, su divorcio.
Un divorcio que también gestionó Putin desde el Kremlin, explicando en 2016 ante la prensa que su prioridad era "casar a su esposa", demostrando que apenas quedaban sentimientos dentro del presidente ruso, pero sí una lealtad sin límites hacia la que había sido su mujer.
Lealtad que ahora el presidente ruso cree deber a Rusia, estando obsesionado con la idea de devolver al país la gloria pasada en la época de los zares; un propósito que espera cumplir haciendo gala de la frialdad que le convirtió en uno de los mejores agentes de la KGB, y sin duda, en uno de los líderes más sangrientos y sin escrúpulos de la Europa actual.