Fernando Grande-Marlaska, actual ministro del Interior, es una de las figuras políticas más controvertidas de nuestro país debido a sus actuaciones públicas durante la crisis de Cataluña y otros disturbios que han asolado nuestro país, como la borrasca Filomena durante el invierno del año 2021. Su relación con el resto del gabinete que conforma el Ejecutivo de Pedro Sánchez siempre ha sido cordial de cara al exterior, pero el férreo silencio del ministro parece indicar otra cosa de puertas para adentro.
La vida de Fernando Grande-Marlaska ha estado siempre marcada por uno de los hechos más relevantes y que más han condicionado su trabajo desde el principio: su condición sexual. Grande-Marlaska jamás ocultó a los ojos del público su homosexualidad. Aunque la primera persona en enterarse de esta situación fue su propia madre.
La revelación se produjo en un momento crítico de la carrera de Fernando Grande-Marlaska, mientras él estaba inmerso en una carrera por consolidarse como magistrado dentro de la Audiencia Nacional. La intención del hoy ministro del Interior fue hablar ese tema con su padre y con su madre, pero él, policía municipal de profesión, falleció antes de poder recibir esa noticia. Su madre, al escuchar la confesión de su hijo, reaccionó de una forma inesperada para Fernando Grande-Marlaska.
Cuando un Fernando Grande-Marlaska de 35 años confesó su homosexualidad a su madre, la costurera "Se agarró de los pelos, se metió en la cama vestida y estuvo 15 días sin salir". Esta reacción y la falta de comprensión por parte de su familia provocó un distanciamiento que duró aproximadamente diez años, en los que Grande-Marlaska tuvo tiempo de centrarse en su carrera judicial y escalar posiciones en la jerarquía de la Audiencia Nacional. Además, Fernando Grande-Marlaska ha renunciado a su paternidad por amor. Su actual marido, Gorka Arotz, no quería saber nada de hijos: "Era un asunto del que sencillamente a él no le gustaba hablar ni en público ni en privado, no había entendimiento posible en ese territorio y lo dejé estar".
El por aquel entonces magistrado de la Audiencia Nacional aspiraba a ser vocal del Congreso General del Poder Judicial bajo el gobierno de Mariano Rajoy. Sin embargo, sus fallidas aspiraciones pronto se vieron sustituidas por otro cargo más atractivo: el ministerio del Interior. Con la llegada del primer gobierno de Pedro Sánchez, Fernando Grande-Marlaska fue llamado por el líder socialista para ocupar dicha cartera. Aunque los recelos dentro de la formación socialista jamás le han abandonado.
Desde ciertos sectores del Partido consideran que Grande-Marlaska se caracteriza por ser demasiado conservador en algunos de sus acercamientos a sus quehaceres como ministro y político, desconfiando de él precisamente por su acercamiento al Congreso General del Poder Judicial en la época de gobierno de Mariano Rajoy. Además, las tensiones con otros ministerios tampoco han pasado desapercibidos en el Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
La borrasca Filomena y el temporal que trajo consigo provocó un caos absoluto en la gestión de diferentes aspectos de la vida diaria de los españoles. El conflicto entre Interior y Defensa por la gestión de las competencias en la crisis climática que supuso el temporal de nieve de Filomena se saldó con Interior realizando una queja formal y con las relaciones entre ambos ministerios en una etapa baja. Aunque Margarita Robles, la titular de Defensa, sí manifestó públicamente su opinión en aquella disputa, Grande-Marlaska optó por refugiarse en el silencio y dejar que el Ministerio como entidad tomara parte en la respuesta a Defensa.
Salvo el caso de la destitución y luego readmisión del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos ordenada por la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska ha sido un ministro del Interior discreto y que se ha intentado alejar del espectáculo político y sin pregonar su homosexualidad en los foros de la política española.